Queridísimos hermanos y hermanas en el Señor: Ayer, Domingo de Ramos, me llenó, mejor, nos llenó de profundo dolor los terribles atentados perpetrados en Egipto contra hermanos nuestros, cristianos coptos, que celebraban este día santo en sus respectivas iglesias: 46 muertos y más de 140 heridos. Los terroristas asesinos los han matado o herido por ser cristianos, y por nada más. Estos últimos años estamos asistiendo con profundo dolor a la persecución y eliminación de muchos miles de cristianos. ¡Basta ya! Como también decimos ¡basta ya! , lamentamos y rechazamos tantos otros actos terroristas, como los sucedidos, días atrás, en Estocolmo, Londres, y en ese largo, demasiado largo camino de terrorismo de otros lugares. Nos solidarizamos con las víctimas, con sus familias, con sus pueblos y países, con su dolor y con su desolación, nos solidarizamos de manera muy especial con las comunidades cristianas que sufren persecución, ante el silencio y mudez de los que rigen los destinos de los pueblos, y de nosotros mismos.
Pero hay que acabar con esta locura y esta trágica carrera de odio, de negocio de armas, de intereses bastardos inconfesables, de violencia desquiciada, de guerra, por ejemplo de esa terrible guerra en la que se ve envuelta y azotada tanto tiempo Siria,-ahora incluso aún más castigada con la utilización cruel y criminal de armas químicas-, u otras violencias desatadas que padecen otros pueblos, como Venezuela.
Los cristianos, ante tanto sinsentido, ante tan inmensa locura, ante tanta y grave deshumanización, sentimos en lo más hondo y vivo de nuestro ser la llamada a orar, a orar sin cesar: la oración es nuestro NO más rotundo y radical a la violencia y nuestro SI más total e incondicional al hombre, a todo hombre, y a su dignidad, la dignidad de todo ser humano sin exclusión de nadie, porque la oración es confianza en Dios y apoyarse en Él, que quiere que todo hombre viva y que ama a todo hombre, singularmente al pobre y al que sufre. Esta misma mañana en la Catedral hacía yo mismo una invitación a toda la diócesis a que durante toda esta Semana Santa elevase un clamor unánime de plegaria que llegase al cielo, uniéndonos al que padeció la muerte injusta y sufrió en su propia carne la cruel violencia de la cruz por nosotros y para nuestra reconciliación, Jesucristo, para que conceda la paz y la reconciliación a estos pueblos tan castigados -hoy todo el mundo está amenazado- y el cese toda violencia asesina. Pedía esta mañana a toda la diócesis que cuanto hagamos en estos días santos -celebraciones, oraciones, actos de penitencia, ayunos, caridad, o procesiones …. lo ofrezcamos a Dios como expiación de los pecados de la humanidad y súplica de perdón y reconciliación que Jesucristo nos ha alcanzado a todos, sin excluir a nadie, con su Cruz redentora y reconciliadora.
Ahora, con esta carta, os invito encarecidamente a todos a que os unáis a la celebración de la Eucaristía, que ofreceremos en nuestra Catedral, Dios mediante, el martes de esta Semana Santa, semana de Pasión, a las ocho de la tarde, en sufragio por las víctimas cristianas de los atentados terroristas de hoy en Egipto, por todas las otras víctimas fueren de la religión que fueren o de ninguna religión en otros atentados terroristas, por el cese de toda violencia y el establecimiento de la paz en los países que sufren violencia o guerra y por la conversión de los terroristas, y de los que alimentan o ejercen la violencia de tantas maneras y en tantas guerras o actos de terrorismo.
Os invito a todos los que podáis uniros a esta Santa Misa: sacerdotes, personas consagradas, fieles cristianos laicos, hombres y mujeres, adultos, Jóvenes y niños. Invito también a cuantos quieran sumarse a esta plegaria, a los hermanos de otras confesiones cristianas o de otras religiones, a los responsables de la cosa pública o que se esfuerzan desde distintas opciones políticas por el bien común y la paz
Que Dios atienda nuestra súplica y que se haga su voluntad, que no es otra, como vemos en lo que celebramos estos días: la misericordia, el perdón, y el amor sin límites del Señor. Eso es lo que vemos en el que cuelga del madero de la Cruz, que se solidariza con todo sufrimiento y pide perdón para sus verdugos «porque no saben lo que hacen».
Muchas gracias por uniros a esta oración y por la participación de quien quiera y pueda en la Eucaristía que convoco, repito, el Martes Santo en la catedral a las ocho de la tarde abierta a todos sean de la condición que sean.
Cordialmente en Cristo Jesús, que con su Cruz se une a todas las víctimas de la violencia y nos entrega todo su amor y su vida para la reconciliación, la paz, la vida y la unión de todos los hombres. Con mi bendición, un abrazo a todos
Valencia, 9 de abril de 2017
+ Antonio Cañizares Llovera
Cardenal, Arzobispo de Valencia
Fuente original: http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=6&pad=6&modulo=37&id=15254&pagina=1