En este fin de semana, que el Señor nos ha hablado con su parábola del Padre Misericordioso y cuyo culmen ha sido la Eucaristía donde toda la Iglesia escuchaba aquel hijo que vuelve al padre por necesidad y que se arrepiente cuando se ha sentido abrazado, besado y querido, veintitrés buscadores de Dios nos hemos retirado ante Jesús Sacramentado en la Casa de Espiritualidad de Santa María de las Mogarizas (Chiclana). Con el título LA PARÁBOLA DEL PADRE MISERICORDIOSO, se ha desarrollado el retiro entre meditaciones (Guardar silencio en el corazón para escuchar a Dios nuestro Padre; La alegría de vivir en Dios; La alegría de vivir la Eucaristía) y contemplaciones (Somos ciudadanos del cielo; ¿Por qué huimos de la casa del Padre; Perderse hasta penetrar en la oscuridad; La decisión de volver al hogar del Amor; El abrazo del Padre, encuentro de amor; Entremos en la fiesta que no tiene fin), con el rezo de la Liturgia de las Horas, las Eucaristías del sábado y del domingo, la oración comunitaria en la noche del sábado sobre El gozo de la reconciliación, los ratos de meditación personal y la constante adoración del Santísimo, así como la constante confesión de los participantes que salían llenos de paz, perdonados y entusiasmados por la experiencia vivida. Entre los testimonios que se han dado, destaco el de algunos participantes: he sentido una fuerte llamada a estar alegre porque vivimos en Dios y la alegría es muy necesaria para evangelizar, salgo con un deseo grande de dejarme abrazar cada día por Dios nuestro Padre; me he sentido identificado con el que se va de la casa y prestaba oídos sordos a Dios, yo he sido aquel hijo pródigo que se fue de la casa de Dios y también de la casa de sus padres biológicos, en mi vida no encontré a la persona que me hubiera ayudado para no caer tan bajo y por tanto yo soy de los que he gastado toda su fortuna llegando a tocar fondo en mi angustiosa vida, pero Dios siempre me ha acompañado aunque no lo sabía, y fue el mismo Señor quien me llevó hacia él, el retiro me ha hecho recordar mi propia historia y la acción que Dios ha hecho en mi vida por lo que me siento enormemente agradecido; solo puedo dar unas gracias inmensas por lo que he vivido este fin de semana y por el amor que Dios me tiene, así como doy gracias por las personas nuevas que han venido porque las veo transformadas, contentas y llenas de Dios; confieso ante vosotros que también yo he vivido la experiencia del hijo pródigo, he llegado a ser atea y luego agnóstica, llegué a perder mi fe, y como me sentía tan mal decía a Dios «si existes, dame la fe, y llegué a escuchar una voz interior que me decía «si quieres tener fe, ven a misa, porque la perdiste cuando dejaste de ir a misa», y ahora Dios me pide que como un hijo tiene los rasgos de su padre y Dios me ha mostrado su rostro misericordioso de Padre que yo sea muy misericordiosa con los demás; lo fundamental que he visto estos días es que tengo que trabajarme y mostrar a los demás la alegría de vivir en Dios; desde que llegué al retiro ha sido un constante recibir de los demás, me he sentido en familia y por eso os quiero abrir el corazón y deciros que me he identificado con el hijo mayor, yo he sido el hijo que ha trabajado mucho pero disfrutado poco, he venido al retiro profundamente cansado con necesidad de un bastón interior, y me he sentido como el paralítico del Evangelio que era llevado por cuatro hombre, esos hombres habéis sido todos vosotros que me habéis llevado a Jesús sobre todo a través del silencio, y en ese silencio con Jesús he encontrado el descanso y la paz que necesitaba; doy gracias por lo que he disfrutado y por la alegría que he recibido y que ahora deseo comunicar a los demás; he descubierto que todo lo del Padre es mío y es para disfrutarlo con los hermanos; muchas veces he estado en la Iglesia pero sin alegría, la conversión la siento en que tengo que descubrir el rostro del Padre, experimentar su abrazo y llenarme de alegría, porque cuando me falta la alegría me falta Dios; he visto la importancia de sentirme pobre, de sentirme barro, y deseo con todas mis fuerzas salir de este barro para llegar al Padre, esto es lo que quiero trabajarme; mi familia está desestructurada, nunca me he sentido querida por mis padres y eso me ha hecho buscar el abrazo y el amor de Jesús, del Padre y de María, este amor lo he experimentado fuertemente ante el Santísimo, y también me he sentido bendecida al poder traer a una amiga que ha experimentado este gran amor, me voy llena para llevar la luz a la oscuridad del ambiente donde me encuentro; doy gracias a Dios por la alegría de ser un pecador en los brazos de Dios Padre, pues así me siento, ahora veo el camino de vuelta, sabiendo que Dios Padre me espera cada día para abrazarme; yo también me he sentido como la hija pródiga, que durante varios meses he desperdiciado el cariño de Dios Padre y ha sido maravilloso experimentar ese amor tan especial del Padre, tengo un deseo grande era llevar a otros hijos pródigos a la casa del Padre para que se sientan amados por este amor que sobrepasa a todo amor humano. Una vez más tengo que decirte: «Dios mío, solo puedo decirte gracias, gracias y gracias, que mi vida sea una continua acción de gracias»..
Fuente original: http://www.obispadodecadizyceuta.org/noticia/parabola-padre-misericordioso-centro-ultimo-retiro-velad-orad