Madrid se prepara, un año más, para vivir la Semana que anuncia la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. «La Semana Santa en Madrid, no habiendo una tradición como la que hay en otras ciudades como Zamora, Valladolid o Sevilla, ha conseguido ser muy rica y testimonial», ha afirmado el asistente eclesiástico de Hermandades y Cofradías de Madrid y párroco de la Colegiata de San Isidro, Ángel Luis Miralles, en declaraciones a la Oficina de Prensa del Arzobispado de Madrid.
En estos tiempos, reconoce, que el hecho de «que la gente salga vestida con trajes penitenciales o imágenes sagradas por las calles, llama mucho la atención, no solo a los turistas o personas que están esporádicamente por Madrid, sino a la gente que vive en esta ciudad y les mueve plantearse su vida de fe, su experiencia de Dios». Por ello, «lo que califica mejor a la Semana Santa de Madrid es la riqueza, el tesoro que tenemos en la diócesis».
Durante la entrevista, Miralles ha señalado que lo que más le sorprende es «la cantidad de gente que acude a las salidas de las procesiones, miles de personas; la más numerosa, reconoce, la de Jesús de Medinaceli, en la que se calcula que participan un millón de personas».
Preparación de las hermandades
Las hermandades se preparan para estos días durante todo el año. Así, Ángel Luis Miralles ha aseverado que tienen un responsable de formación, que se ocupa de que los hermanos se preparen, a través de charlas, conferencias y retiros.
«Coincidiendo con el miércoles de Ceniza, empieza una preparación más intensa. Cada hermandad, en torno a la imagen que tiene, empieza a promover unos cultos, como quinarios, triduos, besamanos o besapié. Esos días, acude mucha gente a las sedes de las hermandades a participar de estos actos, y son muy fructíferos».
El sacrificio de portar a Jesús
Miralles ha afirmado que «hay personas que participan solo en estos actos de la hermandad, y yo les digo que si la hermandad sabe aprovechar esa participación, aunque sea esporádica, bendito sea Dios». A modo de confidencia, el asistente eclesiástico ha reconocido que hace unos días asistió al ensayo de los anderos de una hermandad, «y antes de empezar el ensayo, el hermano mayor les dirigió unas palabras, que es un mini-retiro espiritual para ayudarles a plantearse por qué hacen eso, por qué ofrecen a Jesús ese sacrifico de llevarle en procesión…. Y, sí, lo hacen bastante bien y es muy importante, en esos momentos, la presencia de los sacerdotes, es decir, que los sacerdotes nos lo tomemos en serio porque, gracias a Dios, están entrando muchas personas a las iglesias gracias a las Hermandades».
La responsabilidad de los sacerdotes
«Hay gente alejada de la Iglesia y del Señor, ha señalado Miralles, que les atrae esta cultura de las Hermandades y les engancha». De hecho, «muchas personas entran en la Iglesia con formación cero, pero ahí los curas tenemos una responsabilidad». A veces «decimos que la gente no tiene formación y por eso nosotros tenemos que dársela».
Asimismo ha recordado que «en las procesiones ves a la gente que se pone a llorar delante de la imagen de la Dolorosa y que, probablemente, luego no participa en la Eucaristía dominical, pero es su historia particular de salvación, que Dios tendrá su momento para esa persona». De esta manera, Miralles ha reiterado que «los que estamos dentro, que estamos adoctrinados y convencidos para ayudar a esa persona que solo tiene la experiencia religiosa de llorar delante de una Imagen, debemos encauzarles, formarles y animarles a que participen en algo más».
Año de la Misericordia
En este Año de la Misericordia, en palabras del sacerdote, «las procesiones de Semana Santa son la misericordia en la calle, el rostro de la misericordia que verá la gente: la imagen de un Cristo sufriendo, de una Dolorosa, de un Cristo cargando con la Cruz… El rostro de Jesús representa la misericordia».
A mucha gente, en este Año de la Misericordia, «les ayudará a saber que el Señor está ahí para salvarnos, redimirnos», que «ha muerto por nuestras culpas para salvarnos. Ésta es la experiencia de muchos santos, como Santa Teresa de Jesús, que tiene una experiencia con una imagen de un Ecce Homo lleno de heridas, y ella experimenta ahí una conversión interior». Por ello, ha afirmado Miralles, «si se ha dado en ella y en otros santos, que delante de la imagen de un Crucificado o de una Dolorosa su vida ha dado un vuelco, en este sentido hemos de acudir a la misericordia de Dios y a la reconciliación con el Señor». Finalmente, ha reconocido dar gracias a Dios «porque seguimos teniendo procesiones y hermandades…».