Esta tarde, víspera de la fiesta de la Santísima Trinidad, Misterio insondable e Dios, para contemplar y adorar, y vivir la comunión divina, a cuya imagen hemos sido creados y recreados por el Bautismo en Cristo; este día también celebramos el día de la vida contemplativa; hoy, nuestra diócesis se ve enriquecida por la incorporación a ella del carisma contemplativo, ordenado a evangelizar, IESU COMMUNIO, que tan en su entraña llevan la comunión trinitaria, de la que por el Espíritu intentan ser reflejo. Por eso nuestra diócesis esta tarde se reúne en el templo que la representa a toda ella, iglesia madre, su Catedral, para acoger y dar gracias a Dios por el don, obra suya, que la Trinidad Santa nos envía. Gracias, queridas hermanas de IESU COMMUNIO por estar aquí, es la primera vez que salís de la diócesis hermana de Burgos para fundar otra comunidad, seguís estando en vuestra casa, en esta diócesis de Valencia a la que la Trinidad Santa os envía, esta diócesis os quiere y recibe con los brazos abiertos y vive con vosotras el anhelo de la comunión con Jesús para evangelizar, que es la dicha y la identidad más profunda de la Iglesia: ese es el proyecto diocesano en el que aquí, en Valencia nos encontramos: evangelizar a todos, pero con atención preferente a los jóvenes; Dios os trae para evangelizar desde la contemplación; en la comunión con Jesús venís porque Dios os llama y envía, y se ha valido de mí como siervo e instrumento suyo para fortalecer entre nosotros esa misma comunión que vosotras sois y vivís para anunciar a los pobres la buena noticia de Jesús: sin duda que esos pobres hoy son los jóvenes, destinatarios y muy principales y predilectos de vuestro carisma, pues son los preferidos hoy especialmente de Jesús, pues tantas heridas están recibiendo y tanto están siendo robados por esta cultura y sociedad de nuestro tiempo. Dios siempre habla a través de signos; y un signo es que vuestro monasterio está ubicado junto a la Universidad Católica San Vicente Mártir, para educar a jóvenes, en el lugar en el que prendieron sus raíces, la escuela de magisterio, Edetania.

Hay muchas urgencias en el mundo. Hay una, empero, que es apremiante: el llevar el Evangelio a los hombres de hoy, el llevarlo de nuevo y como si se tratara de la vez primera que resuena entre los hombres. Pero no habrá nueva evangelización, si no hay cultivo de la contemplación en la Iglesia. La Iglesia del mañana, como la misma humanidad, o será contemplativa o no será. Es bueno recordar y volver a afirmar la contemplación cristiana, de la Trinidad Santa, misterio divino de comunión y amor a cuya imagen hemos sido hechos; contemplación de este Misterio en un mundo secularizado y en una época en que la intimidad y comunión con Dios sigue siendo el objetivo principal pero difícil. y es que sin la contemplación la sociedad humana se convierte en un mundo asfixiante para el hombre. Nuestra vocación no es sencillamente la de «hacer» o la de «tener», sino por encima de todo la de «ser»; y para lograr nuestra verdadera identidad, para descubrir gozosos nuestra dignidad y la de nuestro prójimo, para recuperar la esperanza de nuestro destino no tenemos otro camino que la contemplación, que nos lleva a abrir puertas. La contemplación conserva siempre lozana la luz que proviene de la bondad providente de Dios, del amor con que Dios nos ama, del fundamento en el que descansa nuestra vida y halla felicidad y reposo, tal como se nos ha desvelado en Jesús, cuyo rostro humano es el de Dios y el del hombre, verdad de Dios y del hombre, al que, por el Espíritu Santo, debemos contemplar y unirnos.

En la medida en que en nuestro momento actual haya personas que, con ideas claras acerca del valor de la contemplación que llevan a la comunión con Jesús, y las vivan en sus vidas, en esa medida la cultura tendrá alma y espíritu, poseerá auténticos valores generadores constantes de obras grandes y será más íntegramente humana porque estará más cerca de la «imagen y semejanza de Dios», del amor de Dios que nos hace libres, de la verdad que engendra la libertad de los hijos de Dios.

Es necesario que haya personas que vivan vida de contemplación, es decir, es necesaria la presencia continua de personas que tienen la mente abierta, por el Espíritu de la Verdad, a la contemplación del misterio de Dios, revelado en Jesucristo rostro humano de Dios e Hijo único suyo, porque esto es siempre una llamada a lo más alto, es como un toque en la conciencia para que la persona humana se eleve y quede abierta a esa altura, la más grande y alta, en la medida que a cada uno le corresponde.

Para una nueva evangelización que entraña la renovación de nuestro mundo, su elevación y su aliento de esperanza, es necesario que haya lugares de contemplación en la Iglesia, esos lugares que en medio de la sociedad deberían tener siempre preferencia por su capacidad para despertar en nosotros la atracción hacia realidades que frecuentemente el mundo olvida. A su sombra deben prosperar movimientos que vayan introduciendo en el mundo actual la contemplación de Dios, Uno y Trino, que tanto necesita. Para esto, queridas hermanas de IESU COMMUNIO, Dios os traído a Valencia, a la antigua casa de contemplación, que hasta hace unos meses han vivido ejemplarmente las monjas de la Visitación, a las que esta tarde aquí tanto recordamos, agradecemos y por ellas pedimos.

La Iglesia que peregrina en Valencia, es rica en vida contemplativa. Desde el comienzo de su recristianización, se la dotó de monasterios de vida contemplativa; la evangelización de esta tierra fue acompañada de la oración y el testimonio de la vida contemplativa. Ahí tenemos el testimonio de varios monasterios que remontan su origen a la Edad Media, tras la Reconquista. En la actualidad son más de treinta los monasterios o comunidades de vida contemplativa, pertenecientes a diversos carismas con que nuestra diócesis se ve enriquecida por Dios. Desde hoy, se añade otro, el de IESU COMMUNIO, precisamente como en los primeros momentos de recuperación de la Valencia perdida, como lo era España, en expresión feliz de D. Julián Marías.
En estos monasterios, y ahora añadimos uno nuevo, IESU COMMUNIO que continúa la estela dejada entre nosotros por las Salesas, podemos escuchar «la soledad sonora» que afirma y proclama que Dios es Dios, que El sólo basta, porque El es plenitud, Soberano y Señor, «origen, guía y meta de todo lo creado», que «lo invade todo, lo penetra todo y los transforma todo». En ellos podemos palpar la presencia de Dios y de su amor, porque Él es amor; en ellos podemos «ver» cómo nos ha amado Dios hasta enviar al mundo y entregar a su Hijo, Jesús, para salvarlo, no para condenarlo, a quien contemplan con tanto amor, amor esponsal, contemplativas y contemplativos; y como la contemplación del amor, saca amor y lleva a amar sin límite ni medida: en ellos podemos comprobar en las monjas contemplativas cómo aman, cómo sienten compasión, como les afectan las heridas de sus hermanos los hombres. Así prestan a la Iglesia y a la sociedad uno de los mayores y mejores servicios que se nos pueden prestar a los hombres hoy, de nada tan necesitados como de Dios. Es lo que pido a Dios nos conceda a través de vosotras, queridas hijas de IESU COMMUNIO.

Desde aquí me atrevo a pedir a todos, especialmente a los Jóvenes, que os acerquéis sin miedos ni prejuicios a los monasterios de vida contemplativa, al monasterio de IESU COMMUNIO que esta tarde ante el Señor y la diócesis comienza su andadura aquí. Ahí se puede ver a quienes «han escogido la mejor parte» y se puede palpar la alegría, «la alegría del amor» y la dicha con que se vive cuando se adora a Dios y se vive para El solo, cuando se vive la comunión con Jesús, que engendra comunión en la Iglesia y se extiende a todo el mundo en una comunión de amor y paz. Ahí se puede comprobar cómo la realización del hombre no está en el «tener», sino en el «ser» no tienen nada, carecen de casi todo, viven en pobreza casi extrema, y, sin embargo, lo tienen todo, porque tienen a Dios. Ahí mismo se puede ver con los propios ojos que el amor de Dios no se puede separar del amor a los hombres su acogida, su hospitalidad, su solicitud y preocupación por los hombres y por todo lo humano supera con creces lo que nosotros podemos imaginar. Su consagración a Dios es servicio y entrega entera, ofrenda y consagración, a nosotros y por nosotros, por todos, para que creamos y tengamos vida, vida eterna y dichosa. Y, así, también su libertad trasciende la pobre libertad que llevamos frecuentemente fuera del monasterio, porque es una libertad que se basa en la verdad, en el ser y en el amor.

Ojalá que todos conozcamos mejor, queramos más y crezcamos en cercanía y en ayuda a estos monasterios, y acojamos y queramos mucho al monasterio que esta tarde inicia su singladura en Godella acompañado de todos. Ojalá que propiciemos las vocaciones a la vida contemplativa y que éstas aumenten en nuestra diócesis: las necesitamos. Es verdad que en IESU COMMUNIO una parte significativa proceden de la diócesis de Valencia, particularmente de comunidades Neocatecumenales. Recemos y ayudemos a la vida contemplativa a la hermanas de IESU COMMUNIO, que a partir de ahora, son ya parte muy querida de nuestra diócesis.
Y a las personas que viven la vida contemplativa, a las monjas de IESU COMMUNIO además de agradecerles todo cuanto son, hacen y ofrecen y exhortarles a que perseveren en la contemplación, adoración y oración, que perseveren en la pobreza, en el amor, en la Comunión con Jesús, que es comunión.

Con la Iglesia presidida por Pedro, el Papa, que tan lúcida y sobrenaturalmente, las aprobó y bendijo en la persona de Benedicto XVI. A vosotras, queridas hijas, os añado que no os preocupéis si en estos momentos hay dureza y a veces pocos frutos aparentemente, o tardan en llegar, o disminuyen vocaciones, o la pesca es escasa, tened confianza en el Señor, en su nombre faenad de nuevo el mar de nuestro tiempo, invocad a Dios, armadas de la fe y del Espíritu Santo, porque la vocación es don de Dios y obra suya, «éxito» no es nombre de Dios ni de su Hijo crucificado, los frutos y la pesca son suyos; remad mar adentro, sed cada día más disponibles para el Señor, acallad y moderad vuestros deseos como un niño recién amamantado en brazos de su madre. Es la hora de la confianza, de la confianza sin límites, es la hora de la Cruz: la hora que se haga lo que Dios quiere, la hora de Dios y Él todo lo puede, la hora del despojamiento y del rebajamiento más total, de la negación de sí mismo, de la mayor pobreza y la obediencia a Dios y a la Iglesia, la hora en que estáis viviendo vuestra entera y total consagración a Dios: sólo Dios, sólo Él basta, su amor lo llena y llenará todo. Seguramente es la hora de la mayor santidad y de la alegría del amor que llena por completo. Que Jesús que se despojó de todo, hasta de lo más querido por Él, su Santísima Madre os acompañe y os proteja, os bendiga con toda suerte de bienes como en Él hemos sido bendecidos, que nos dejemos ayudar por Él, que ya Él nos ayuda.

Quiero acabar con un texto del papa Pablo VI dirigido al Obispo de Bayeux a propósito de una de las hijas más preclaras de santa Teresa: Santa Teresa de Lisieux, Patrona universal de las misiones. Dice Pablo VI «Se ha lanzado la sospecha sobre Dios, se ha calificado de alienación toda búsqueda de Dios por sí mismo; un mundo ampliamente secularizado tiende a separar de su fuente y de su finalidad divinas la existencia y la acción de los hombres. y por tanto, la necesidad de una oración contemplativa desinteresada , gratuita, se deja sentir cada vez más. «El mismo apostolado, a todos los niveles, debe echar sus raíces en la oración ( en la contemplación), alcanzar el corazón de Cristo, bajo pena de disolverse en una actividad que no conservaría de evangélica otra cosas que el nombre.

«Frente a esta situación, Teresa del Niño Jesús, sigue siendo, ante todo, aquella que ha creído apasionadamente en el amor de Dios, que ha vivido bajo su mirada los menores detalles cotidianos, marchando en su presencia; que ha hecho de toda su vida un coloquio con el Ser querido, y que ha encontrado en El, no solamente una aventura espiritual extraordinaria, sino el lugar en que alcanzaba los horizontes más amplios y participaba íntimamente de las preocupaciones y necesidades misioneras de la Iglesia. «Todos los que actualmente están buscando lo esencial, que presienten la dimensión interior de la persona humana, que buscan el soplo capaz de suscitar una verdadera oración y de dar un valor teologal a toda su vida son invitados por Nos a ser contemplativos o apóstoles, a volverse hacia la carmelita de Lisieux. Ella constituye una guía incomparable por los caminos de la oración (de la contemplación)» (Pablo VI); ella constituye una guía para la nueva evangelización. No en balde la Iglesia ha proclamado a esta hija de santa Teresa, la gran santa de los tiempos modernos, como patrona de las
Misiones, signo y estímulo, en consecuencia, de una Iglesia que encuentra su identidad Y dicha más profunda en la evangelización, en la cual nuestra Iglesia diocesana de Valencia debe embarcarse, sin más demora, ya que ese es su Proyecto Pastoral en estos años de cambio de época en el mundo. ¡Gloria al Padre, Y al Hijo y al Espíritu Santo!. A la Trinidad Santa, Padre, Hijo y Espíritu Santo, le sea dado todo honor, alabanza Y gloria por los siglos eternos! Amén.

+Antonio Cañizares Llovera
+Arzobispo de Valencia

Fuente original: http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=6&pad=6&modulo=37&id=15595&pagina=1

Por Prensa