Del 22 al 26 de junio y con el lema ‘El Amor Familiar: Vocación y Camino de Santidad’, se ha celebrado el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma. El papa Francisco anunció que se celebraría en esta ciudad al ser la décima edición de estos encuentros, instituidos por el papa San Juan Pablo II, y coincidiendo con la clausura del año ‘Familia Amoris Latitiae’, por el V aniversario de la publicación de esa Exhortación Apostólica. El Encuentro ha contado con la participación del matrimonio sevillano compuesto por Carmen Rodríguez y Rafael Muñoz, que ha ido en representación de la Delegación diocesana de Pastoral Familiar y que ahora escriben esta reflexión:
A vista de pájaro, podemos decir que se han tratado durante estos días de encuentro los tres temas fundamentales que encierra el lema: el amor familiar, la vocación y la santidad, destacando como reflexiones fundamentales la Iglesia doméstica y la sinodalidad; acompañamiento los primeros años de matrimonio; la identidad y misión de la familia cristiana; vocación y misión en las periferias existenciales; el catecumenado matrimonial y la familia como camino de santidad.
Como ideas principales podemos resaltar que la familia, Iglesia doméstica, necesita saberse y sentirse siempre acompañada por toda la Iglesia y todos necesitamos saber que, al pertenecer a una familia, estamos cumpliendo el fin primigenio de vivir en comunión. Esta Iglesia la construimos todos juntos, sacerdotes y esposos, ya que nuestras vocaciones son complementarias y corresponsables, todos en una misma misión, creando una comunidad entre las familias.
Para que haya familias sólidas necesitamos acompañar a los jóvenes en su camino vocacional hacia el sacramento del matrimonio y, como no, en los primeros años de su matrimonio, ya que el amor familiar es maravilloso y frágil a la misma vez, pues en los momentos de dificultad, en la prueba, el amor familiar tiene que encontrar la oportunidad de fortalecerse.
Momentos de dificultad en los que, en muchas ocasiones, es necesario hacer el ejercicio del perdón, no solo dentro de la propia familia, sino también hacia fuera de ella, un perdón que llega hasta el extremo tal y como nos mostró, llegando al corazón de todos los presentes, la familia Abdallah de Australia. Ellos demostraron cómo el perdón, basado en la experiencia del recibido en el sacramento de la reconciliación, es también un camino de sanación y de santidad.
Como no puede ser de otro modo, el acompañamiento a la familia en su etapa de maternidad y paternidad, respetando la vida de cada uno de sus miembros y acompañando las situaciones difíciles en caso de adicciones, separaciones familiares, inmigración, violencia en la familia… Para salir adelante de todas estas circunstancias se precisa ser personas íntegras desde la niñez, con una afectividad y sexualidad bien desarrollada y equilibrada.
Durante el encuentro se resaltó también la necesidad de sacerdotes que acompañen a las familias y vivan con ellas, y de familias que acojan a sacerdotes, para que ellos conozcan con ellas su vocación particular de celibato. Es decir, las familias necesitan a los sacerdotes y los sacerdotes necesitan a las familias.
Todo ello con la mirada de la familia puesta en el cielo, pues el matrimonio sacramental es el camino que Dios nos pone para la santificación de los esposos, el lugar donde aprender lo que es el amor trinitario de Dios.
En definitiva, este X Encuentro Mundial de las Familias ha sido para nosotros una gran experiencia de comunión, unidad y universalidad, de toda la Iglesia y de las Iglesias domésticas (las familias).
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Fuente original: https://www.archisevilla.org/testimonio-de-los-sevillanos-en-el-x-encuentro-mundial-de-las-familias/