El profesor de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid, don Juan José Pérez-Soba Díez del Corral, ha sido el encargado de pronunciar la conferencia -“El Corazón que ve: el amor como guía de la vida” durante el acto inaugural del curso 2022/2023 del Instituto Teológico “San Pelagio”. En esta entrevista, el teólogo y Catedrático de Moral trasmite la fuerza de la familia y la defensa de la vida como una expresión de amor. Llama a la familia a ser ella misma y adelanta que la vida genera esperanza
-“El Corazón que ve: el amor como guía de la vida” es el título de la conferencia que usted pronunciará en ese inicio de curso en el Seminario “San Pelagio”¿qué nos puede adelantar?
Ante todo es algo que pertenece al Evangelio. El Evangelio habla al corazón de una manera que lo ilumina. Hay una luz en el corazón que nos permite construir una vida o no conoceremos realmente el Evangelio. El Papa dice que es una lógica nueva, a veces no pensamos realmente en esa lógica que es necesaria para trasmitir el Evangelio porque esa luz ilumina o deslumbrar y no ver más. El emotivismo actual hace que una persona piense que un amor es verdadero simplemente porque lo siente intensamente y no sabe construir una vida. Creo que ese modo de ver como el Evangelio construye una vida es la parábola del Buen Samaritano, que nos hace ver que sabe sanar heridas para prometer una vida llena y así podemos ser testigos verdaderamente esta vida.
-Usted lleva año vinculado a la pastoral familiar, ¿cuáles son las principales amenazas de la familia?
La familia tiene primeramente una amenaza que es interna: no ser ella misma. Es decir una familia que viva de problema en problema y no sepa encontrar el corazón de la familia. Creo que esa es la amenaza mayor, porque se deshace casi sin darse cuenta. Tiene que ver con el emotivismo, una familia afectiva que viva para que las personas sientan y no para formar personas. Esto se produce porque las familias están muy solas, no se ayudan entre ellas ni pueden y, realmente, ante los problemas puedan ver que los están compartiendo y que con apoyo, ante los problemas puedan salir adelante. Esto es lo más importante.
Ciertamente, hay un ambiente exterior en el que está muy penalizado hablar de familia, se ve mal lo que tenga que ver con la familia, como si perteneciera al pasado; pero es falso, en España y otros muchos países la institución más querida. Cuando se habla de familia es padre, madre e hijos, por tanto está valorado por la gente valora más, pero no la sociedad. Si nos como cristianos nos cuenta de ese desfase, podremos saber qué es realmente lo que la gente quiere y podemos a ayudar a las familias a que sea ellas mismas para que vean su papel.
El problema es entender la lógica nueva del corazón. Una familia tiene su fin, los problemas la ayudarán a ser más familia; cuando una familia solo vive para resolver problemas, los problemas no se resuelven y se deshace. Entonces, cuando el corazón sabe ver que la familia no son los problemas, sino un don más grande que ha recibido, es entonces cuando aprenden los problemas a construir una familia. Eso le va a unir mucho y al compartirlo con otras familias comprenden que los problemas son los mismos.
-¿Cómo podemos afrontar los cristianos leyes contra la vida como las que tenemos en la actualidad?¿cómo dejar constancia de la alternativa del amor?
Hay tres ámbitos distintos. Hay un primer ámbito en el que hay que entender que ley no es igual que moral, y que hay leyes injustas. Y saber mostrar la injusticia de una ley que está atacando su propio fundamento. Una de las cosas importante es comprobar como en EEUU se ha resuelto que el aborto no es un derecho fundamental, eso ayuda a ver las cosas de manera distinta y entender que no se es muy progresista por afirmar determinadas cosas. Ver que el cristiano se guía por una convicción moral y no por unas leyes cambiantes ayuda a ver dónde está el fundamente de esas leyes: supone ver la vida como un don.
Si la familia agradece la vida, está siendo ya testigo de algo muy distinto a lo que las leyes marcan. La diferencia es que ves el futuro con esperanza, de la otra manera ves el futuro como amenaza. San Juan Pablo II dijo que “una cultura de la familia es una cultura de la vida”. Las personas que valoran la vida están generando algo nuevo y bello, frente a una cultura de la muerte que genera desconfianza y desesperanza. Que en este mundo falta esperanza, nadie lo va a negar; que la vida genera esperanza tampoco se puede negar. ¿De qué manera se puede testimoniar la esperanza?, está claro que ayudando a las personas que han abortado, entendiendo que les falta esperanza ante una adopción, o ante a ruptura lo que es la fidelidad. Hay que recordar las bodas de Canáa; donde había agua, ahora hay vino y eso es una parte muy importante que tienen que hacer lo cristianos
-Hay un interés social por devaluar palabras como noviazgo y matrimonio, ¿hasta dónde cree que caminan los más jóvenes en sus relaciones personales?¿Han dejado de creer en la familia?
Hay que tener en cuenta que nuestra sociedad está muy dominada por ideología, y lo primero que ataca es el lenguaje. Dentro de la formación de los jóvenes, tenemos que hacer personas auténticamente, entendiendo que estamos ante un auténtico bombardeo y debemos ser críticos con el lenguaje, que sepan criticar el lenguaje y qué significan las palabras para que no acepten términos que se repiten mucho, pero que están vacíos de significado. De nuevo, hablar del corazón, significa, saber dónde está la experiencia del amor esponsal, algo que sigue afectando a las personas, que atrae enormemente. San Agustín decía una frase muy inteligente: “conozco a mucha gente que engaña, pero a nadie que quiera ser engañado”. Amaba la verdad. Y eso, si lo aplicamos al amor es mucho más, nadie quiere ser engañado porque cree en la verdad del amor, y la verdad del amor es un amor para siempre.
En los cursillo prematrimoniales suelo decir que si se firma todas las obligaciones que la Iglesia dice a los novios, seguro que irá bien porque es muy hermoso; pero la gente no tiene esperanza en creer que es posible. Decir que es posible y acompañar para que eso sea posible es una magnífica noticia.
Hay que aprender a amar. Es una tarea todavía por hacer y eso supone saberse amado, es donde el cristianismo nos muestra que es la fuente de amor, un amor originario de Dios y eso permite ene una fe en un amor. No están solos, para vivir un verdadero amor tenemos que vivir en una comunión que nos asegura que podemos estar caminando.
-¿Cómo hacernos presentes hoy?
Los cristianos estamos presentes pero tenemos que hacernos más visibles. Una familia con bastantes hijos ya por sí está dando un testimonio cristiano. Si nosotros, a las personas que tenemos amistad, les ayudamos a entender que se puede creer en una mor ara siempre, estamos dando un testimonio. Este mundo necesita un testimonio creíble de que existe un amor fiel. Las familias tienen que ser conscientes de sí misma y de la misión que Dios les encomienda.
La entrada Juan José Pérez-Soba: “Hay que aprender a amar” apareció primero en Diócesis de Córdoba.
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