Si conmemorar los 550 años de la fundación de una comunidad de vida contemplativa o el siglo y medio del fallecimiento de una de sus residentes más insignes (sor Bárbara de Santo Domingo, ahora camino de los altares) no fueran motivos suficientes para una visita detallada, la exposición que alberga el monasterio de Madre de Dios de la Piedad, en Sevilla, ofrece un bagaje histórico y artístico que termina por decantar la duda a favor de un recorrido pormenorizado por un legado histórico y una forma de vida quizás poco conocidos. La cita es en el número cuatro de la céntrica calle San José, hasta el Domingo de Resurrección de 2023.
El lema ‘ex oratione praedicare’ resume a la perfección el día a día de una comunidad de religiosas dominicas que, desde su fundación en 1472, forma parte callada de la historia de una ciudad que ha sufrido transformaciones al margen del silencio y el clima de oración que marca intramuros el paso del tiempo. Dedican sus vidas a rezar por los que vivimos en la parte a veces estridente de una sociedad seguramente necesitada de la contracultura que encarnan las monjas de vida contemplativa.
Recientemente, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, bendijo la iglesia del monasterio. Un templo cerrado durante ocho años, que fue sometido a una restauración que ha sido posible gracias al empeño de donantes privados y la implicación del Ayuntamiento. Una semana después de este acto, las religiosas dominicas han abierto las puertas de una zona del monasterio, donde se ha instalado la exposición que lleva por título el citado lema.
Las visitas, que son guiadas, transcurren por un itinerario poco conocido que comprende el presbiterio y el cuerpo de la iglesia, coro bajo, antecoro bajo, antecoro alto y coro alto. El comisario de la muestra es José María Galán, que adelanta que la visita permite detenerse no solo en las obras de arte, propias y cedidas para la ocasión por otros monasterios de la orden, sino también “en aquellos elementos que no han podido ser tratados en las recientes intervenciones”. Unas obras que han incidido sobre todo en la consolidación de la iglesia.
Itinerario dividido en ocho espacios
Galán destaca como gran novedad de esta exposición el coro alto, “que al quedar diáfano hemos aprovechado para representar los 550 años de la constitución del convento y el 150 aniversario del fallecimiento de nuestra hermana sor Bárbara de Santo Domingo”. El recorrido se ha dividido en ocho ámbitos: nacimiento de la orden, origen del monasterio, personajes ilustres que forman parte de su vida, un espacio para Murillo, su hija y Justino de Neve, otros ámbitos dedicados al capitán Andrés Bandorne y a sor Bárbara, una estancia donde se exponen obras cedidas por otros conventos dominicos, y unos testigos del antes, durante y después de las últimas obras de restauración de la iglesia.
El visitante, además, podrá meterse de lleno en los cinco siglos y medio de vida del monasterio, gracias a unas locuciones en las que se han recreado testimonios de hombres y mujeres sin los cuales no se comprende el paso de este cenáculo por la historia de la orden y de la ciudad.
La exposición reserva una parte a la presencia de las comunidades dominicas en Sevilla. De las 38 fundaciones de conventos femeninos de vida contemplativa censadas a lo largo de la historia, la orden dominica aparece como la más activa, con siete comunidades intramuros. Fueron, además, las que más religiosas aportaron a la vida contemplativa sevillana, con hasta doscientas mujeres.
Visitas en grupos cada 45 minutos
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 9 de abril de 2023, y las visitas podrán realizarse por grupos, con intervalos de 45 minutos. Las puertas del monasterio se abren con este motivo de martes a viernes, desde las once y media a las dos y media y de cinco a ocho. Los sábados, domingos y festivos, en horario de once menos cuarto a dos y media de la tarde, y de cinco a ocho. Además, la recuperación de la iglesia permite la celebración con normalidad de las Eucaristías.
El tesoro está en comunidad
Pero el verdadero tesoro se encuentra en una zona menos conocida del cenobio, donde habitan las monjas. Los promotores de esta iniciativa afirman que “es el momento de devolver a las religiosas lo mucho que recibimos de ellas”. Unas mujeres que, como reza la información en el acceso a la muestra, “rezan desde el silencio, rezan sin ser vistas, rezan sin esperar nada a cambio… Pero ahí continúan, inundando de felicidad a todos los que tenemos la suerte de compartir una parte de nuestra vida con ellas”.
Fuente original: https://www.archisevilla.org/tesoro-escondido-en-madre-de-dios/