Eulalia de Barcelona vivió cerca de Barcina, Hispania (actual Barcelona, España) en los tiempos del emperador Diocleciano (284-305) durante el siglo III o IV, siendo papa Marcelino.
Durante la persecución de los cristianos en la región, Eulalia, una muchacha de entre 13 y 15 años escapó de una casa de campo donde sus padres la habían encerrado para que no se entregase a las autoridades, abiertamente confesó su fe y fue entregada al martirio. Fue víctima de diferentes tormentos y murió en la cruz.
De acuerdo con la tradición, uno de estos tormentos consistió en lanzarla rodando dentro de un tonel lleno de vidrios rotos por la calle (actualmente llamada Baixada de Santa Eulàlia -Bajada de Santa Eulalia-), donde hay una imagen de la santa en una pequeña capilla.
Dice la leyenda que fue clavada desnuda en una cruz de forma de ‘X’ (forma conocida como cruz de Santa Eulalia). En aquel momento para preservar su intimidad le crecieron los cabellos y comenzó a nevar.
Al final de su oración de que el Señor la tomara a Su Reino, la gente vio volar hacia el cielo de su boca una paloma blanca.
Fue canonizada y se considera santa tanto por la Iglesia Católica Romana, como por la Ortodoxa.
Sus despojos fueron localizados en 878 por el obispo Frodoi y trasladados solemnemente a la catedral.
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