No vamos bien. Por este camino vamos a la ruina de la persona y de la sociedad. Sin detenernos a describir todo lo que va mal (guerras, nuevas leyes, costumbres, persecución de los cristianos, etc.), entremos en nuestro corazón y veamos que también nuestra vida necesita un cambio de rumbo, una conversión. A eso viene la Cuaresma, a ofrecernos una nueva oportunidad de cambio. Pero el cambio debe ser profundo, se trata de un cambio del corazón.
El horizonte de la cuaresma es la Pascua, donde la fuerza del Espíritu Santo es más potente que todas las debilidades humanas. Ese Espíritu Santo ha sido derramado en virtud de la ofrenda redentora de Cristo: de su costado salió sangre y agua. Sangre redentora que inunda el mundo entero. Sangre derramada para el perdón de los pecados. Sin derramamiento de sangre no hay redención. Todas las fuerzas del mal cayeron sobre él, sobre Jesucristo, y él las venció con una dosis abundante de amor, porque llevaba en su corazón el Espíritu Santo, que desde la Cruz ha derramado sobre el mundo entero.
La Cuaresma nos invita a la oración, al ayuno, a la limosna como tres pilares en los que se apoya nuestra conversión. En este primer domingo se nos presenta Jesús en el evangelio luchando cuerpo a cuerpo con Satanás, al que vence con la oración y el ayuno. Como si se hubieran desatado todos los demonios, vemos que la mentira, la violencia, el atropello de los derechos humanos, el mal en todas sus formas aflora por doquier. No podemos afrontar tanta maldad solamente con un programa político. El mal se vence a fuerza de bien. Estos demonios sólo se expulsan con oración y ayuno, nos recuerda Jesucristo.
Pero, cómo pueden los humanos llegar a tal desprecio de la vida, que haga cada vez más fácil el aborto y no ofrezcan más medios para las personas que están en peligro de matar al hijo de sus entrañas. Se suprime el tiempo de reflexión, se rebaja la edad para cometer este “crimen abominable”, como dice el Vaticano II. Se niega la información previa al consentimiento informado. Crecen los derechos de los animales y sus crías, mientras el nascituro es despojado de todo derecho. Más aún, se proclama que el aborto es un derecho. Dieciocho meses de prisión por matar una rata, y se puede matar al niño en el seno materno con todas las facilidades, nos recordaba estos días Mons. Bernardito Auza, nuncio apostólico del Papa en España.
Por eso, junto a esa oración y ayuno que brotan de la conversión, hemos de despertar la conciencia personal y social ante la dormidera de una sociedad que parece entumecida y narcotizada. La vida ha vencido sobre la muerte en Jesucristo muerto y resucitado. También hoy la vida vencerá a la muerte.
Apoyo de corazón la valiente iniciativa “40 días por la vida”, desde el miércoles de ceniza hasta el jueves santo, que tiene lugar en el mundo entero para hacernos caer en la cuenta de la tremenda desgracia del aborto, al que no debemos acostumbranos. También en nuestra diócesis, hay personas que se apuntan voluntariamente para rezar ante la clínica abortiva y ofrecer a las mujeres otra alternativa, respetando siempre su libertad. En nuestra ciudad de Córdoba ya han sido rescatadas varias vidas, que estaban destinadas a su destrucción, y se han convertido varias mujeres que iban camino del exterminio. Surgen también iniciativas de apoyo a los cuidados paliativos, en lugar de la eutanasia que suprime a los enfermos terminales. Si quieres colaborar, pregunta en tu parroquia.
La Cuaresma es tiempo de conversión, de cambio de rumbo. La vida prevalecerá, pero la lucha encarnizada entre la cultura de la muerte y la cultura de la vida, que ya denunciaba Juan Pablo II, está librando en nuestros días una de sus más importantes batallas. Tú, de parte de quién te sitúas. Qué acciones concretas realizarás esta Cuaresma en favor de la vida.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
La entrada Corregir el rumbo, conversión apareció primero en Diócesis de Córdoba.
Fuente original: https://www.diocesisdecordoba.es/carta-semanal-obispo/corregir-el-rumbo-conversion