Aunque desde el siglo XIII se producen cambios notables, son los siglos XV y XVI los que ponen aún más en evidencia la importancia del mar para las distintas naciones de la época. El desarrollo de las técnicas de navegación es fundamental, la náutica completada con la cartografía y la cosmografía instrumentos tecnológicos y científicos imprescindibles para su desarrollo.
Suma de Cosmographia: contiene muchas demostraciones, reglas y auisos de astrología, filosofía y navegación. Fazialo el maestro Pedro de Medina vezino de Seuilla, el que compuso el libro del Arte de Nauegar. S. XVI (1561). BCC, Ms. 59-2-21
En los anaqueles de la biblioteca de la Catedral de Sevilla encontramos un interesante manuscrito científico, la Suma de Cosmographia del matemático, cosmógrafo e historiador Pedro de Medina, figura ligada a la Casa de la Contratación y a la formación de pilotos y maestres de la Carrera de Indias.
Esta ciencia de la descripción del mundo abarcaba, por un lado, la geografía, el estudio de la Tierra, y por otro, el orbe completo, la Creación. Su evolución y aplicación práctica hasta llegar a los hombres del mar no puede recogerse en estas breves líneas. Sí apuntar que los descubrimientos atlánticos ejercieron de motor de los distintos avances en cosmografía y náutica.
Aquí encuadramos a Pedro de Medina, el cual conoce la obra de Ptolomeo, así como la tradición cosmográfica hispana, los textos de Azarquiel, Alfonso X y su Libro del saber de astronomía, Ramón Lull o Jacob al Corsi. Su obra tiene una enorme difusión en su época en España y es traducida al resto de la Europa atlántica avanzada.
Expone ideas de raigambre clásica, insistiendo en el geocentrismo e inmovilidad de la Tierra, y en un Universo formado por once esferas concéntricas, con un orden jerárquico dependiendo de la distancia con nuestro planeta.
El texto del manuscrito se compone de un prólogo al prudente lector donde pone de manifiesto su concepción de la Creación. Dios en el mundo mayor creó dos maneras de criaturas, espirituales (los ángeles) y corporales, cuerpos lúcidos como cielos y estrellas, y los llamados elementos (fuego, aire, agua y tierra). Y un mundo menor que es el hombre, que por voluntad divina suma en él todas las criaturas del mundo mayor (ser, crecer, sentir…).
El contenido de la Suma es la descripción de ese llamado gran mundo, los once cielos y cuatro elementos. Hace hincapié en el cielo empíreo, morada de Dios, y en el firmamento, de forma conjunta los otros siete cielos, los de los planetas, con mayor atención al sol y su influencia. Siguen declaraciones referidas a la luna (eclipses, movimientos), al mundo y sus elementos, algunos efectos meteorológicos, los principales vientos y su efecto en la navegación y las distintas zonas de la esfera terrestre.
Veintiséis declaraciones con sus dibujos que componen la Suma más bella en su presentación por el cuidado puesto en las tablas y láminas policromadas. Entre ellas podemos destacar la representación de las citadas once esferas concéntricas, el eclipse de sol, la esfera armilar (modelo reducido del cosmos desde la perspectiva terrestre), las regiones elementales con los cuatro elementos, el viento y el mar, donde aparecen grabados recortados de su Arte de navegar ilustrando los dibujos (vientos, distintos tipos de embarcaciones, así como monstruos que en el siglo XVI creían que habitaban las profundidades).
José Francisco Sáez Guillén, Jefe del Área de Bibliotecas de la Catedral y Arzobispado de Sevilla
Fuente original: https://www.archisevilla.org/un-manuscrito-de-cosmografia-de-la-biblioteca-de-la-catedral-de-sevilla/