Saludos: Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: arzobispo emérito, cabildo catedral, presbíteros y diáconos, miembros de la vida consagrada y del laicado; Cuarta Comunidad Neocatecumenal de la Parroquia de la Sagrada Familia, que ha finalizado el Camino; queridos todos en el Señor.
¡Feliz y Santa Pascua! En esta Noche Santa todo el universo creado está llamado a velar junto al sepulcro de Cristo. Hemos escuchado unos textos de la Sagrada Escritura que hablan de la Historia de la Salvación, de las obras admirables de Dios en favor de los hombres; desde la creación a la redención, desde el éxodo a la Alianza en el Sinaí, de la antigua a la nueva y eterna Alianza. En esa noche santa se cumple el proyecto eterno de Dios que entra en la historia del ser humano y del cosmos.
El misterio pascual de Cristo lleva a plenitud la revelación del amor de Dios, por el que creó el mundo, creó el ser humano y lo rescató de la muerte eterna mediante el sacrificio de Cristo, ya prefigurado en el sacrificio de Isaac. La alianza de Dios con los patriarcas sería renovada en el Sinaí, con la promulgación de la ley. Las aguas del Mar Rojo son figura de las aguas bautismales, en las que somos sepultados con Cristo en su muerte y renacidos en la nueva vida de la gracia. También hemos escuchado cómo Dios acompaña a su pueblo una vez llegado a la tierra prometida, y por medio de los profetas revela su amor eterno, y promete el agua viva que brotaría un día del costado abierto de su Hijo en la cruz. Los profetas exhortaban a Israel a mantener la fidelidad a la ley, garantía de la amistad de Dios.
En esta noche de gracia, la Iglesia pide a Dios que mire con bondad a su Iglesia, que lleve a cabo la obra que empezó y que todos los pueblos puedan ser renovados por las aguas bautismales y la unción del Espíritu. Ésta es una noche gozosa porque sólo ella fue testigo de la resurrección de Cristo. Cristo ha resucitado. Y en el primer encuentro con María Magdalena y la otra María les dice: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (Mt 28, 10).
¿Qué significa para los discípulos ir a Galilea? Recordemos que Galilea ha sido el principal escenario de su predicación y actuación. Allí pronuncia el “Sermón de la montaña”, las Bienaventuranzas y el Padrenuestro, la mayor parte de su enseñanza. Pero ahora existe una novedad importante. Entre las experiencias anteriores y el nuevo encuentro con Jesús ha tenido lugar la Pasión, Muerte y Resurrección. El “ver a Jesús”, el nuevo encuentro con Él, será el fundamento para su misión. Son apóstoles porque han visto a Jesús, han convivido con él, han sido testigos de su vida, de su pasión, muerte y resurrección. Jesús ahora les confirma en su misión desde una nueva dimensión, y les enviará a hacer discípulos a todos los pueblos.
¿Qué significa para nosotros ir a Galilea? Significa renovar y actualizar el encuentro con Cristo, redescubrir nuestro Bautismo como inicio de una nueva vida de hijos de Dios, llamados a la santidad y al apostolado. Significa reavivar el carisma, la gracia que hemos recibido y que debemos hacer fructificar, recrear la experiencia de encuentro con Cristo, que pasó a nuestro lado y nos llamó también a anunciar la buena nueva del Evangelio.
Los apóstoles no habían entendido el mensaje de Jesús y discutían camino de Jerusalén quién de ellos era el más importante, y cuando llegó el momento de la pasión no estuvieron a la altura de las circunstancias. Pero el Señor les encarga ir a Galilea para encontrarse con él, para recibir una nueva instrucción y su mandato misionero, a partir de la cruz y la resurrección. Cuando nosotros nos alejamos del camino, Cristo resucitado siempre nos espera en Galilea para ofrecernos su luz y gracia y para confirmarnos en la misión. Siempre de la mano de María Santísima, la Madre. ¡Santa Pascua!
+ José Ángel Saiz Meneses, Arzobispo de Sevilla
Fuente original: https://www.archisevilla.org/vigilia-pascual-2023-esta-es-una-noche-gozosa-porque-solo-ella-fue-testigo-de-la-resurreccion-de-cristo/