Muchos eran los que estaban a la espera del cierre del Sínodo para ver si la Iglesia decidía realizar algunas reformas. Y es que, los tiempos que corren podrían traer alguna que otra reforma que muchos de los eclesiásticos del lado más progresista esperaban con ansia por parte del Santo Padre.
Pero, pese a que no hay reformas drásticas, tras tres semanas de debates y dos años de consultas, el Sínodo ha dejado claro en el documento final que se aprobó este domingo que la Iglesia abre las puertas a los divorciados, personas que hasta la fecha no sólo no podían comulgar, sino que tampoco pueden ser padrinos de bautismo o confirmación ni leer lecturas en misa.
No obstante, el texto recomienda que cada sacerdote evalúe «caso por caso» si les da la comunión a los feligreses divorciados vueltos a casar.
“Los divorciados vueltos a casar deben estar más integrados. Por eso hay que discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no deben sentirse excomulgados», afirma el documento.
Cabe recordar que el documento final consta de 94 párrafos, todos aprobados con una mayoría calificada de dos tercios.