Tres acontecimientos nos muestran que la misericordia rompe fronteras y nos hace buscar siempre al otro, sea quien sea. Estos son: 1. La reunión del Consejo de Pastoral Diocesano; 2. El abrazo del Papa Francisco y el patriarca Kiril en La Habana; y 3. El viaje apostólico del Papa Francisco a México. El grito de tantas personas hambrientas de amor, de paz, de alegría, de soledad, de miseria, de violencia, de hambre, de fraternidad, de perdón, llega hasta nosotros. Y no puedo dejar de deciros aquellas palabras que el Papa san Juan Pablo II formuló: «Hay un límite impuesto al mal por el bien divino y es la misericordia» (Mensaje de Cuaresma de 2005). ¡Qué fuerza tienen estos tres acontecimientos, pues la misericordia elimina las indiferencias y los descartes en los que, con bastante frecuencia, nos encontramos viviendo los hombres! Creedme, somos destinatarios de la misericordia de Dios, pues nos ama con un amor obstinado y envuelve nuestra vida con su inagotable ternura.
¿Cómo acompañar a los hombres para que todos, eliminado indiferencias, descartes y enemistades, demos la vida para mostrar esta realidad que hace posible que seamos una gran familia, donde todos nos pongamos al servicio de los otros y, con más fuerza aún, demos la mano a quienes más lo necesitan? Esto no es un sueño, es posible no con nuestras fuerzas, sino con la fuerza de Dios: su misericordia, su amor desmedido. Solamente la misericordia divina ilumina el misterio del hombre; sí, la misericordia como fuerza de Dios, como límite divino contra el mal del mundo. Hay dos misterios con los que nos enfrentamos: el del sufrimiento humano y el de la misericordia divina. Los dos están en recíproca armonía gracias al misterio de la Cruz de Cristo. Como nos recordaba el Papa san Juan Pablo II y nos lo sigue diciendo el Papa Francisco: «La Cruz es la inclinación más profunda de la divinidad hacia el hombre, es el toque de amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena del ser humano» (Discurso a los enfermos en Polonia 2006). La misericordia es el vestido de luz que el Señor nos regaló en el Bautismo. Atrevámonos a llevar este vestido como nos dicen estos acontecimientos.
1. La reunión del Consejo de Pastoral Diocesano: El encuentro tenía una formulación precisa: retos que el Papa Francisco está proponiendo a la Iglesia. Después de una breve reflexión que dirigí, comenzaron a trabajar los grupos. La síntesis de su trabajo es esta: «estemos con los ojos muy atentos a lo que sucede»; «muy disponibles para escuchar y acoger en todos los lugares donde estamos: familia, trabajo, otras situaciones»; «demos siempre respuestas como cristianos, con comunidades empapadas de misericordia»; «que la Iglesia sea portadora siempre de esperanza». Hay que «hacer ver con nuestra vida que en este mundo está Dios y se acerca a la realidad en la que vivimos para darnos su luz», y lograr «que nuestros encuentros tengan y generen vínculos afectivos con misericordia». «El ser humano no quiere ser tolerado, quiere y desea ser amado y este deseo es todo menos mediocre, no es una filantropía llena de palabras, es lo que da sentido a los humanos y por supuesto a los que están heridos»; «tiene una importancia fundamental descubrir que uno se hace cristiano al encontrarse con Jesucristo»; «buscar espacios de acogida que favorezcan el encuentro eliminando las etiquetas que nos separan y dividen». «Busquemos los encuentros a través de los espacios y oportunidades que nos da el poner en práctica las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales»; debemos «luchar contra la indiferencia y el descarte con el arma de la misericordia»; «apostar por la evangelización primera, cuando se han roto los vínculos de transmisión de la fe», y «vivir con dos ejes: I. La identidad: lograda en el encuentro personal con Cristo en la Iglesia y asumiendo tener conciencia de que no es malo ser diferente por vivir con todas las consecuencias ser cristiano, al contrario, somos dadores de salud, y II. La misión: realizada en la mística de salida, desde donde cada uno estamos, desde el testimonio de comunidades vivas que descubren cómo debe estar la Iglesia en medio del mundo». En esta Cuaresma, el Consejo hizo dos propuestas que asumo totalmente: que todas las comunidades tengan una hucha donde meter el dinero del que prescindimos y que este vaya a los niños de nuestra Iglesia Diocesana que no pueden comer; así como llevar a cabo un proyecto para los jóvenes, una Casa de la Esperanza y de la Misericordia llevada por ellos para hacer viable y visibles las obras de misericordia.
2. El encuentro y abrazo del Papa Francisco con el patriarca Kiril en La Habana: ¿Por qué Jesús pide un amor que excede la capacidad humana? La propuesta de Cristo es muy realista, pues lo que tiene en cuenta es este mundo donde hay demasiada violencia e injusticia, mucha indiferencia y descarte. Todo ello solamente se puede superar contraponiendo un plus de amor, un amor que viene de Dios que es su misericordia. Este amor es lo único que puede desequilibrar el mundo del mal hacia el bien. El abrazo que se dieron el Papa Francisco y el patriarca Kiril ha querido ser una muestra de ese amor, que es el único que nos puede llevar a esa unidad de la Iglesia tan pedida y deseada por Jesucristo. Un abrazo y dos palabras que nos envuelven a todos: «Somos hermanos». Este abrazo nos hizo entrar en sintonía con el Corazón de Cristo «rico en misericordia» que nos pide amar a todos y que nos hace entrar y vivir las cuatro estaciones de la misericordia: no juzgar, no condenar, perdonar y dar. ¡Qué abrazo más elocuente! Allí se armonizaban las dos miradas con la de Cristo, los dos corazones con el de Cristo; se veía que el camino para llegar a ser testigos creíbles de este amor es mostrar con palabras y obras que «somos hermanos». Somos hermanos y defendemos a la familia, la vida, a los más pobres; trabajamos por eliminar la persecución de los cristianos, el éxodo masivo de tantos por el terror u otras causas. El milenio de discordias ha terminado, con ese abrazo comienza un camino de unidad logrado en la misericordia que nos ha regalado como gracia Jesucristo.
3. El viaje apostólico del Papa Francisco a México: Aunque tendré más ocasiones de hablar explícitamente del viaje, me gustaría resaltar que hasta ahora todas sus intervenciones y encuentros han sido para eliminar fronteras, indiferencias, descartes e ignorancias con el arma de la misericordia. Para poner en el centro a la persona, a quienes hemos descentrado: emigrantes, indígenas, pobres en todas las dimensiones de la vida. Y animar a quienes tenemos la misión de ser pastores entre los hombres a vivir al estilo y manera del Buen Pastor, buscar salidas diferentes a la guerra y a la muerte, clamar por la paz, condenar la indiferencia ante las diversas crisis que afectan a la humanidad, abrir espacios de diálogo que se formulen en salidas concretas de misericordia entrañable. Los discursos que el Sucesor de Pedro nos está entregando están marcados por la cercanía y la claridad en su mensaje evangélico, por tocar los verdaderos problemas que solamente tienen solución eliminando fronteras con la misericordia. Nosotros, en los lugares donde vivimos y estamos, si queremos resolver los problemas que tenemos, necesitamos mirar más a los pobres para que nuestro trabajo esté el servicio de todos y no para buscar el poder. Solamente el camino de la misericordia da salidas para todos. Vayamos con el Papa Francisco para acoger el regalo de la misericordia, cuidarla y anunciarla.
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos, arzobispo de Madrid
Fuente original: http://archimadrid.org/index.php/arzobispo/cartas/item/82660-elimina-fronteras-con-el-arma-de-la-misericordia