El pasado quince de octubre, fiesta de Santa Teresa de Jesús, celebramos la Asamblea diocesana que aprobó muy mayoritariamente dieciocho proposiciones para un PROYECTO DIOCESANO DE PASTORAL EVANGELIZADORA. Con estas propuestas y las sugerencias de muchas acciones los Obispos daremos a toda la diócesis un Proyecto o Plan Pastoral que habremos de llevar a cabo los próximos años. Se trata de un Proyecto o Plan que, a lo largo de meses, ha sido objeto de cuidada reflexión y estudio en los diferentes grupos parroquiales o de otras instituciones eclesiales y órganos de comunión de nuestra Archidiócesis de Valencia.
A todos os pido que lo conozcáis, lo acojáis y lo pongáis en práctica, teniendo siempre presente que lo que anima e inspira su dinamismo más profundo es el propiciar que se fortalezca la fe y el testimonio cristiano de las comunidades para que llevemos a cabo con renovado vigor una nueva evangelización entre nosotros y un nuevo impulso misionero diocesano. Todo ha de encaminarse a impulsar esa evangelización que es la dicha más profunda y la vocación propia de la Iglesia. Nos urge y apremia la evangelización. No podemos demorarla por más tiempo. Es la hora de Dios, es hora de evangelizar.
Como proyecto o programación diocesana para los próximos años, el Plan ofrecerá grandes líneas de acción y orientaciones principales que habrán de concretarse de manera más específica en las diversas comunidades, movimientos, asociaciones y grupos eclesiales: las acciones que se proponen son indicadores que pueden ayudar y que pueden y deben fortalecer la comunión eclesial para la misión. Es un Plan para que lo llevemos a cabo entre todos.
Este Plan-Proyecto, fruto de una amplia consulta diocesana en la que tantos habéis participado, habrá de ser referencia vinculante para todas las comunidades e instituciones eclesiales, incluidas las que pertenecen al ámbito de la vida consagrada o a los movimientos apostólicos de carácter supradiocesano, a la hora de formular sus propios planes pastorales. Esto reclama conjugar lo específico de cada carisma y lo propio de cada situación pastoral con la común tarea evangelizadora de la Iglesia diocesana, al tiempo que un gozoso esfuerzo de coordinación y de comunión.
En ningún momento podemos olvidar que nuestra Programación pastoral diocesana para estos próximos años se enmarca dentro de las grandes orientaciones que ya diera el Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, y, sobre todo, las dadas por el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. También ha de situarse en el contexto del Plan Pastoral que la Conferencia Episcopal se ha trazado para estos cuatro años. De esta manera nuestro Plan se ve reforzado en la eclesialidad y en la comunión y contribuirá a esa meta común que es el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos, así como el suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal, centrados en la Palabra de Dios y en la Eucaristía, en un clima de oración y adoración, siempre más intensa, y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado. Así estaremos en condiciones de evangelizar para que el mundo crea y experimente el amor de Dios en Jesucristo, que es lo verdaderamente importante y nuestro mejor servicio a los hombres.
Todo esto se concreta en una pastoral centrada en lo fundamental, encaminando todo a que los hombres crean, es decir a hacer cristianos, discípulos de Jesucristo. Lo cual entraña impulsar un fuerte dinamismo misionero y decidirse claramente por una pastoral misionera que urja a la conversión, que impulse grupos, movimientos e iniciativas misioneras evangelizadoras, que desarrolle la conciencia y la responsabilidad misionera de todos, en particular entre los niños y los jóvenes, y esté muy cercana y ayude a nuestros misioneros. Y, así, llevar a cabo una pastoral que se decida de una vez por todas y con total decisión, audacia y las medidas necesarias a fortalecer la iniciación cristiana, esto es, la renovación de la pastoral de iniciación cristiana en todas sus dimensiones, agentes y lugares.
Esto exigirá, muy en primer lugar, una atención prioritaria a los sacerdotes, a su formación en el Seminario y la Facultad o a su formación permanente, al cuidado de sus necesidades del tipo que fueren, a su acompañamiento, a la santidad y a la espiritualidad sacerdotal, así como al fortalecimiento de la fraternidad y comunión sacerdotal; y fomentando una pastoral vocacional en toda la diócesis y la oración por las vocaciones.
Exigirá así mismo renovar las parroquias: con una liturgia muy cuidada y un fortalecimiento en toda las comunidades de la Eucaristía dominical; con una vida más intensa de oración, de adoración, y un conocimiento mayor de la Palabra de Dios; con la acogida y el ir a los alejados; dando prioridad a la catequesis conforme a las exigencias que le son propias, como el carácter catecumenal inherente a ella; promoviendo y alentando iniciativas de formación cristiana de laicos, y un cuidado de la religiosidad o catolicismo popular con las exigencias evangelizadoras que requiere; avivando, en todo caso, la conciencia entre los fieles del sentido de comunidad parroquial como comunidad eucarística y evangelizadora. Habrá también, en este orden de cosas, que instituir el catecumenado diocesano en sentido estricto y propiciar otras iniciativas para el catecumenado de adultos y jóvenes ya bautizados dentro de la Iglesia diocesana.
Campos de atención prioritaria en la nueva evangelización que se promueve en nuestra diócesis serán la familia, los jóvenes y el ámbito educativo y cultural. Hemos de tomar la evangelización de los jóvenes como cuestión principal y urgente: ir y buscar a los jóvenes alejados; los jóvenes han de ser evangelizadores de los jóvenes; habrá que alentar asociaciones, movimientos y grupos de jóvenes. Y mucho depende su evangelización, la de los jóvenes, y su futuro de la familia. Por lo que habrá de priorizar la familia, la pastoral familiar en sintonía con la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Amoris Laetitia. Contamos para ello con la inestimable ayuda y colaboración del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre la familia, situado en la Universidad Católica.
La nueva evangelización que nuestro Proyecto diocesano trata de impulsar habrá de tener muy en cuenta con iniciativas y acciones pertinentes que esta evangelización depende en gran medida de los fieles cristianos laicos y por ello promover su misión, el apostolado individual y el asociado, crear o potenciar el Consejo Diocesano de los laicos, la Casa Diocesana para ellos, alentar con toda decisión iniciativas y proyectos de laicos en la diócesis, promover y alentar la presencia de los fieles cristianos en la vida social y pública, formarlos en una mayor conciencia social y en la Doctrina Social de la Iglesia, propiciar medios e instrumentos para formar la conciencia social cristiana conforme al magisterio de la Iglesia, particularmente, a través del Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas y de la Universidad Católica San Vicente Mártir, y alentar la presencia de los católicos en la vida pública como parte de la evangelización.
La nueva evangelización reclama que la fe se haga cultura: una fe que no se haga cultura es una fe no suficientemente vivida, ni asimilada vitalmente, ni pensada. Por ello hay que fortalecer enteramente la presencia de la Iglesia en el ámbito de la cultura, abriendo perspectivas e iniciativas concretas en el campo de la presencia y evangelización de la Iglesia en relación con la cultura, mediante la Universidad Católica San Vicente Mártir y la Universidad CEU-Cardenal Herrera de la Asociación Católica de Propagandistas dentro de nuestra diócesis, con sus respectivas Capellanía Universitarias, más la Delegación diocesana de pastoral Universitaria en las otras Universidades, públicas o privadas, situadas en nuestra diócesis. En esta evangelización de la cultura habrá que tener muy presente la Pastoral educativa, con la Delegación diocesana de Enseñanza, la Escuela Católica y los Colegios diocesanos de enseñanza con tanto arraigo y extensión en nuestra diócesis, vinculados en gran parte a nuestras parroquias como parte de las mismas. La diócesis de Valencia para esta evangelización de la cultura cuenta, gracias a Dios, con un gran instrumento propio junto con la Orden de Santo Domingo, que es la Facultad de Teología San Vicente Ferrer y su Instituto Superior de Ciencias Religiosas, al que se vincula el de nuestra Universidad Católica y otras instituciones e iniciativas culturales de la diócesis.
También hemos de evangelizar con nuestro rico e importante patrimonio histórico artístico, así como evangelizar a través del arte. Y deberemos asumir la responsabilidad evangelizadora que tenemos a través de los medios de comunicación, concretamente de los nuestros, como Paraula, Avan, Mediterráneo TV, COPE, y otros medios propios.
La nueva y la vieja evangelización va acompañada siempre del gran signo de la Caridad. Por ello habrá que alentar este gran signo y esforzarnos en la imaginación de la caridad, como diría el Papa San Juan Pablo II, y seguir los grandes hitos y caminos que nos dejó Benedicto XVI en sus diversas encíclicas sobre la Caridad, y que nos está indicando el Papa Francisco, sin olvidar que este gran signo va acompañado de cuanto se significa en la misericordia. Habrá que potenciar al máximo Caritas Diocesana y las Cáritas parroquiales, conscientes de que Cáritas no puede ni pretende agotar la atención a los pobres, excluidos, necesitados. Nuestro Proyecto diocesano de evangelización nos urge a fortalecer la pastoral de emigrantes, de refugiados, de los sin techo, de los discapacitados ; y reclama de todos nosotros un fortalecimiento de la pastoral con los enfermos y ancianos, hospitalizados, en sus casas, en residencias, donde se encuentren. Todo esto reclama la coordinación de la acción caritativa y social en nuestra diócesis con criterios evangélicos y eclesiales, sea quien sea quien la lleve a cabo. Sin dejar de olvidar que los destinatarios de los bienes y recursos que la Iglesia Diocesana posee o que las parroquias e instituciones e Iglesia tienen son los pobres y están al servicio de la caridad: y esto es muy principal y prioritario, y sin ello no habrá evangelización, como tampoco la habrá si no hay unidad y se fortalece la unidad de cuantos integramos la Iglesia que está en Valencia y procuramos la unidad con otras confesiones cristianas.
Por último, también vuestro Arzobispo con mis Obispos Auxiliares, además de estar en todo lo que precede y de animarlo de la manera que corresponda y ser ministros principales y animadores gozosos y con vigor de la comunión, habremos de aportar muy decididamente y con prioridad a otras acciones posibles la Visita Pastoral que tanto bien puede aportar a todos. Os confieso que es grande la ilusión que tenemos de proseguir la Visita Pastoral, que ya se inició, y no menor la esperanza que ponemos en ella, en la que tendremos la dicha de compartir con las parroquias y comunidades que visitemos la fe, la esperanza y la caridad con que Dios nos bendice a la diócesis, y alentar cuantos trabajos por el Evangelio se lleven a cabo en ella con la ayuda y la gracia de Dios, que nunca falla, ni nos deja y siempre acompaña.
Todo esto deberá ser acompañado y estar muy imbuido del espíritu de comunión eclesial, que deberá estar dotado con estructuras adecuadas y renovadas de comunión como son los diferentes Consejos que, tras el Concilio Vaticano II, se han ido creando en la Iglesia.
Muchas gracias por vuestra colaboración. A vosotros os corresponde concretar en acciones de vuestras parroquias y comunidades, de los arciprestazgos, siempre en la comunión diocesana. Que Dios os pague vuestra generosidad, vuestra acogida y vuestro tomar parte en los trabajos del Evangelio. Que Él os conceda su paz y haga de todos testigos y promotores de esa paz. Pongo este Plan Pastoral en manos de Nuestra Señora, la Virgen de los Desamparados, para que como ella, llena de gracia, fiel esclava del Señor, dichosa porque ha creído, llevemos a todos y hagamos presente para todos a Jesucristo, su Hijo, Salvador único, esperanza para todos los pueblos, el mismo ayer, hoy y siempre.
Cordialmente en el Señor,
+ Antonio, Card. Cañizares Llovera
Arzobispo de Valencia
Fuente original: http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=6&pad=6&modulo=37&id=14619&pagina=1