El 24 de julio, las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, Franciscanas, viven la jornada luminosa del día de su fundador
El Padre Cristóbal de Santa Catalina, cuya beatificación fue la primera que se celebraba en la Catedral de Córdoba, en aquella mañana radiante, el Domingo de la Misericordia, del año 2013, presidida por el cardenal Angelo Amato, en representación del Papa Francisco.
El sacerdote Cristóbal de Santa Catalina había llegado a Córdoba desde su Mérida natal, dirigiéndose a la serranía cordobesa, proclamando sus más hondas señas de identidad: «Soy un pecador que viene buscando quien le enseñe a amar a Dios por el camino de la penitencia, porque no tiene otro el hombre que ha pecado». El Padre Cristóbal purificó su vida en el silencio del desierto, como ermitaño, hasta que se interna en la capital cordobesa, en diálogo ininterrumpido con Dios, para curar heridas, acompañar a enfermos y aliviar tristezas y aflicciones. En palabras del obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, «el amor de Dios fue el faro que orientó su peregrinación por esta tierra, infundiéndole una gran paz interior, que nadie logró turbar».
En su fiesta, felicitamos a las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, que encarnan hoy el espíritu de su fundador, en la generosa entrega a las personas más necesitadas.
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