El barrio de la Fuensanta vive con intensidad los días previos a la fiesta de la Santísima Virgen, una víspera de la Natividad de la Virgen cargada de ánimo y alegría ante el reencuentro con la co-patrona de la ciudad en el templo y en las calles de Córdoba, tras dos años de pandemia en los que la procesión de la Fuensanta no ha podido celebrarse.
En el Santuario todo anuncia fiesta y devoción en torno a la Fuensanta. Allí acudirán durante los próximos días los cordobeses a compartir la fe de un pueblo que no renuncia a sus tradiciones, que no renuncia a esta visita al barrio que además está de estreno, pues en estos días ha tomado posesión el nuevo párroco del Santuario, el sacerdote Ignacio Sierra Quirós.
– ¿Cómo lo ha recibido la feligresía de la Fuensanta?
Me han recibido con mucho cariño. Me siento muy arropado, con el dolor propio de despedir a un sacerdote tan carismático como don Antonio Morales, y con la expectativa de ver quién llega. Pero todo han sido muestras de afecto y de gran cariño. El barrio de la Fuensanta ha sido siempre un barrio conocido por el cariño y la acogida que muestra.
– ¿Cómo están viviendo los fieles la víspera de la celebración de la Fuensanta?
Los fieles de la parroquia lo viven desde un compromiso ejemplar. Ya estamos de reuniones, de trabajos previos, pensando en cada uno de los pequeños y grandes detalles que conllevan tantos días de fiesta y tantos preparativos para hacer que Córdoba se sienta acogida en su casa, porque esta es la casa de la Madre de Córdoba.
– ¿Cómo percibe el amor de los cordobeses, más allá del barrio, a la Virgen?
Lo he sentido y lo he vivido en primera persona porque he sido de los niños que han venido en familia a ver a la Virgen, a pasar por debajo del caimán y a comprar la típica campanita que no llega a la acera de en frente porque la rompes justo en la misma plaza del Pocito.
El agua del Pocito y ese punto tan cordobés de visitar a la Virgen o a San Rafael en su día de fiesta, es como una visita que se convierte en algo obligado y en un acontecimiento de familia y de fe. Lo percibo en Córdoba desde niño así. Hay que ir a ver a la Señora y a la Virgen porque es su día y hay que hacerle el regalo de nuestra presencia para recibir de Ella el regalo de su bendición.
– El 7 de septiembre se celebra la eucaristía en la Catedral de Córdoba presidida por el Obispo. Una vez terminada la misa, la Virgen de la Fuensanta regresa en procesión hasta su santuario donde el 8 de septiembre se venera. ¿Cómo se está preparando este momento tras dos años en los que no se ha podido realizar esa procesión?
Se está preparando gracias a la colaboración de la Agrupación de Hermandades y Cofradías, pero muy particularmente también gracias a un trabajo y un trabajador de la Agrupación que es José Ignacio Aguilera, a quien tengo que agradecer que desde hace más de un mes está en contacto conmigo junto a Gregorio del Rey para el trabajo del traslado de la Virgen junto a los jóvenes el día 6, la santa misa en la Catedral del día 7 y la procesión solemne de esa noche.
Tanto la Agrupación como Gregorio y José Ignacio llevan más de mes y medio trabajando para que sea un culto espléndido y un momento de evangelización, de fervor mariano y de presencia de la Virgen en la vida de los cordobeses.
Junto a la labor tan fundamental de la Agrupación, hay que destacar a tantísimos jóvenes que desde la parroquia están trabajando y a los mayores que desde el barrio están empeñados en procurar que el culto sea el que la Madre de Dios y la Madre de Córdoba se merece.
– La parroquia de la Fuensanta es una parroquia viva, con un laicado comprometido, pero ¿qué destacarías de los laicos?
La parroquia tiene un laicado muy comprometido. Destacaría que la gente vive la parroquia como algo propio y su parcela de trabajo en la parroquia como parcela del reino de Dios, lo viven desde un compromiso vital y pleno.
Hay familias al completo en la parroquia; en la liturgia un grupo de personas vivamente comprometidos; en la caridad se puede decir que Cáritas parroquial de Ntra. Sra. de la Fuensanta es un ejemplo de que una Cáritas funciona; funciona la catequesis y la colaboración con grupos del colegio de los Maristas; la pro-hermandad del Señor de la Bondad… aquí hay para todos y de todo. Pero lo más importante es el laicado comprometido. No es un grupo clerical, sino de laicos comprometidos que son un reflejo claro de lo que el Papa pretende cuando nos habla de la sinodalidad. Yo creo que es un reflejo de lo que ha de ser y de este proceso que la Iglesia vive, evangeliza y trabaja actualmente. Cada uno está en una parcela, fieles y pastores, pero asumiendo una responsabilidad porque el Evangelio es de todos, el Reino es de todos, y una parroquia es esa parcela de la Iglesia donde Cristo ha de ser conocido, amado, celebrado, ha de llegar a los necesitados y ha de reinar en todos los aspectos de nuestra sociedad y de nuestra vida.
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