Este domingo celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Una Jornada en la que se nos invita a tomar conciencia de que no se puede ser cristiano de modo aislado. Los cristianos vivimos nuestra fe en el seno de la Iglesia, más concretamente, en una Iglesia particular, y en el marco de una parroquia concreta. Toda la Iglesia late en el corazón de cada diócesis, Iglesia local que peregrina al encuentro de Dios y de todos los santos en la Jerusalén del cielo. Hacemos juntos una peregrinación cuya meta es el Reino de Dios, que el mismo Cristo nos ha prometido, y la esperanza que compartimos nos anima en este camino. Y mientras aguardamos vivir la plenitud de la Iglesia celestial, experimentamos que el Pueblo de Dios, en su riqueza de sus carismas, está presente en nuestra Archidiócesis.
La misión de la Iglesia está en continuidad con la misión de Cristo de proclamar e instaurar el Reino de Dios, y se realiza mediante las tres funciones de Cristo, que Él transmite a la Iglesia: su profetismo, su sacerdocio y su realeza. Predicación de la Palabra, celebración de los misterios y servicio a la comunidad. Nuestras parroquias, con sus carismas y grupos, son la expresión de la comunión de la Iglesia; en ellas convergen y se armonizan realidades eclesiales que manifiestan la riqueza de carismas del Cuerpo de Cristo y sirven a su unidad, hasta el punto de que están llamadas a ser “casa y escuela de comunión”. La unidad de la Iglesia se pone de manifiesto en la celebración de los Sacramentos, en donde la gracia de Dios hace que los muchos miembros sean un solo cuerpo, como el pan amasado con muchos granos, que es uno solo. La Iglesia celebra cada día los sacramentos y muestra de este modo que Cristo no ha abandonado a su Pueblo, sino que, al contrario, está junto a sus hijos acompañando cada circunstancia de su vida y enriqueciéndolos con su presencia.
La Iglesia es el signo vivo de la evangelización para nuestros pueblos y barrios, a través de la realidad concreta de cada parroquia. En el ministerio de la Palabra, las distintas delegaciones diocesanas y la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla prestan un auxilio inestimable. El apostolado concreto al que cada cristiano es llamado el día de su bautismo se expresa en la misión de nuestra Iglesia diocesana. Las catequesis y las iniciativas dirigidas a la formación pretenden ser un anuncio renovado de la alegría de la fe, ofreciendo a todos la fecundidad misionera del anuncio del amor de Dios manifestado en Cristo muerto y resucitado. Por último, la Iglesia hace presente el amor de Dios en medio de las personas concretas. Por medio de las Cáritas parroquiales, de la Cáritas Diocesana y otras muchas iniciativas solidarias, se atiende el cuidado de los más pobres de cada comunidad y, por la comunión de bienes, de aquellos que pertenecen a las parroquias más necesitadas e incluso a los que están lejos de nosotros.
El Día de la Iglesia Diocesana es una ocasión propicia para dar gracias a Dios por todos los dones que nos ha concedido, y para dar gracias a todas las personas que colaboran para que la Iglesia sea una familia viva, apasionada por Jesucristo y entregada a los demás. Gracias por vuestro tiempo, por vuestros talentos puestos al servicio de los hermanos, gracias por vuestra oración y por vuestro apoyo económico. Os animo a seguir creciendo en el sentido y el amor a la Iglesia, a seguir siendo generosos, conscientes de que el Señor nunca se deja ganar en generosidad. ¡Gracias por tanto!
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla
Fuente original: https://www.archisevilla.org/gracias-por-tanto-carta-pastoral-del-arzobispo-de-sevilla-06-11-2022/