“Familia semillero de vocaciones”, fue el lema de la 52º Cena de Pan y Vino, que por tercer año se realizó de manera virtual en el salón Benjamín Ayechu de la Universidad Santa María la Antigua, evento que ofrece un espacio religioso y cultural, con la finalidad de que el pueblo de Dios fije su mirada en sostener al Seminario Mayor San José (SMSJ), institución más importante de la Iglesia católica, sobre la urgencia de orar, promover y acompañar las vocaciones sacerdotales.
Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, damos gracias a Dios por el don de la familia de donde nacemos cada uno de los sacerdotes, especialmente para que siga haciendo semilleros de vocación, siga sucintando esos pastores que nuestra Iglesia en Panamá necesita.
“La Iglesia vive de la Eucaristía, sin Eucaristía no hay Iglesia y sin sacerdotes no hay Eucaristía”, desde pidamos al Señor para que los jóvenes puedan escuchar la voz porque el problema no es de Dios, sino que algunos tenemos los oídos un poquito tapados, oremos para que el Espíritu Santo pueda destapar los oídos de muchos jóvenes y sin miedo puedan decir aquí estoy Señor para hacer tu voluntad, fue la exhortación del arzobispo Ulloa.
La 52 Cena de Pan y Vino este año contó con la animación musical a cargo de la cantautora católica Marisol Carrasco y la dramatización por los seminaristas y sacerdotes egresados del SMSJ, acompañaron los Obispos de la Conferencia Episcopal Panameña, los formadores y rectores de Seminarios de América Latina y el Caribe, presentes en el 44º curso de la Organización de Seminarios Latinoamericanos (Oslam).
El testimonio sacerdotal estuvo a cargo del P. José Quezada, cariñosamente ‘P. Popito’, quien el 29 de abril, cumplió 50 años de vida sacerdotal dejado una gran huella en el corazón de la de la Arquidiócesis y que a través su experiencia en la comunidad parroquial en los barrios populares de San Miguelito, el área campesina y la Pastoral Juvenil (PJ), por lo que considera “a pesar de mí edad y estarme casi doblando, esas experiencias me fueron transformando con el tiempo haciéndome más humano”.
Esa mezcla del área urbana con el mundo campesino me hizo ver en los chicos y chicas en mi trabajo en la Pastoral Juvenil, que aunque son jóvenes tienen necesidades diferentes pero que los une lo humano, logrando en ellos un par de profesionales, unos son sacerdotes. Pero la PJ tenía un matiz laical en el que los jóvenes fueran haciendo una opción libre y voluntaria en una diversidad inmensa.
A pesar de no haber estudiado en el SMSJ, en el caso concreto de la formación sacerdotal reiteró “Panamá necesita sacerdotes que acompañen a nuestro pueblo y quienes ejercemos el sacerdocio debemos sentirnos parte del seminario sirviendo especialmente a los más pobres. Doy gracias a Dios porque ahora los formadores son panameños. A los laicos les pido que acompañemos solidariamente a nuestro seminario porque necesitamos gente de diferentes realidades que hablen el mismo idioma”.
Así como el Papa Francisco tuvo el coraje y el valor para expresar que oraran por él porque era un pecador, el P. ‘Popito’ aprovecho para pedirle perdón a cualquier persona o parroquia con la que no había sido ese pastor que esperaban especialmente, porque “he aprendido a ser compasivo y misericordioso con los demás seres humanos”.
Los esposos José y Aura Brutua, padres de familia del presbítero José Brutua, desde su Iglesia domestica dieron su testimonio laical sobre cómo nació esa vocación sacerdotal, como le han apoyado; una vocación que sienten como una gracia y un don del Señor, de que uno de sus hijos eligiera ir a estudiar al SMSJ y no a la Universidad.
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