Un año más, la Delegación Episcopal de Enseñanza, en unión con el Colegio Profesional de la Educación (CPL), organiza el curso para profesores de Religión de la Universidad de Otoño. Con el tema La experiencia religiosa, una realidad antropológica, se imparte los días 19, 20, 21, 26 y 27 de septiembre en la sede del CPL (c/Fuencarral, 101-3º), mientras que la sesión de clausura se desarrollará en la Facultad de Geografía e Historia de la UCM. El curso fue inaugurado este lunes por Inmaculada Florido, delegada episcopal de Enseñanza, acompañada por Roberto Salmerón Sanz, decano del CPL. A continuación, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, fue nombrado miembro de honor del Colegio Profesional de la Educación.
Durante su intervención el prelado agradeció el nombramiento y que este fuera «en el marco de este curso para profesores de Religión con el título La experiencia religiosa, una realidad antropológica, que tiene una importancia especial en estos momentos que vive la humanidad. El 99 % de la humanidad vive esta realidad religiosa, no estoy diciendo que sean cristianos ?ha precisado monseñor Osoro? pero viven esta experiencia , y esto es legitimar un derecho esencial donde se expresa la máxima libertad que todo ser humano tiene que tener, en cualquier lugar donde viva. Todo aquello que limita esta experiencia, cercena la libertad del ser humano».
Peticiones a la Virgen
Además monseñor Osoro recordó que cuando vino de arzobispo de Madrid, «una noche, rezando en el santuario de la Mare de Déu del Desamparats, escribía algunas cosas que quería hacer en esta ciudad y así se lo pedía a la Virgen, que ha sido una gran compañera en el camino de mi vida. Pienso que mi ministerio y mi vida no se explicarían sin esta compañía. Le decía que me empeñase por estar en la historia de los hombres saliendo a todos los lugares donde están, viven, y a todos los lugares, no solo donde piensan como yo, sino a otros donde piensan de distinta forma, porque es lo que hizo Dios cuando se hizo hombre y vino a este mundo… Querer entrar en todos los caminos y situaciones donde está el ser humano».
También le pedía el prelado que le ayudase en Madrid, «curando y sanando como lo hizo el Señor, no echando en cara nada a nadie, siendo puente, tirando muros, que nos entendamos sin renunciar a nada de lo que a mí la fe me entrega. Quisiera estar curando y sanando como Él lo hizo con su amor y su gracia». «Sanar, construir una familia humana en la que nadie sobra, todos somos necesarios, generar la cultura del encuentro, la civilización del amor, desechar toda cultura que haga desencuentros, que retire gentes, que excluya. Sanar en definitiva el corazón del ser humano, es lo que le pedía a la Virgen… ¿Y esto cómo? Mostrando la cercanía a todos los hombres por los caminos por donde transitasen», abundó.
No bastan econonomía y técnica
Por último, el arzobispo de Madrid subrayó que «este momento histórico en el que estamos viviendo, y por supuesto en España, es necesario asumir responsabilidades concretas que nos afectan a todos, hemos de tener la valentía necesaria para abrir nuestra vida y ver qué elementos tienen que acompañar y poner en el centro a la persona humana. ¿Y para esto bastan solo técnicas? No. ¿Basta solo la economía? Por supuesto que no. Por ello, ofrezcamos otras cosas… Yo como arzobispo quisiera ofrecer el abrazo que Dios da a todos, sin excepción, y que contiene elementos humanos fundamentales, de acogida, entrega, servicio, de comportamientos morales, culturales, espirituales, donde la técnica es necesaria, pero el hombre está en el centro, donde la economía es fundamental pero al servicio del hombre y no al revés. Y es precioso que haya un colegio que forme conciencias, que abogue por la justicia, que busque la verdad, que eduque en virtudes individuales y sociales. Por eso, muchas gracias por acogerme en este lugar…».