El arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella, clausuró este lunes por la tarde el mes solidario de la parroquia Nuestra Señora del Pilar. Tras la celebración de la Eucaristía, impartió una conferencia sobre la instrucción pastoral Iglesia servidora de los pobres. Aunque el prelado reconoció que quizá se había tardado en hacer un diagnóstico público de la crisis, destacó que muchos obispos sí llevaban mucho tiempo tratando el tema, fundamentalmente en sus cartas pastorales, y puso en valor la labor que siempre han realizado instituciones de Iglesia como Cáritas o Manos Unidas en favor de los más necesitados.
Hoy, según resaltó, vivimos «una crisis económica y de valores» y «no podemos quedarnos tranquilos hasta que la última persona salga de la pobreza». Tenemos que aprender a «mirar con los ojos de Dios» y no como «un sociólogo», para ver los «rostros» de cada persona en vez de números. «O la economía se reestructura en torno a la persona o volveremos a caer en otra crisis», abundó en otro momento de su intervención.
De acuerdo con la citada instrucción pastoral, lograrlo pasa por «una conversión de cada uno para no dejarnos atrapar por esta sociedad tan materialista» y por «mayor colaboración entre todos», que nos lleve a un «gran pacto social contra la pobreza». Los creyentes, según explicó monseñor Omella, tenemos que jugar un papel destacado en este cambio porque, si tenemos presente «el mensaje de Jesús», no solo estamos llamados a evangelizar a través de la liturgia o las catequesis, sino «también a través del compromiso social desde el Evangelio».
En este sentido, recordó la primera campaña de Manos Unidas, que tenía por lema Hambre de pan, hambre de cultura, hambre de Dios y sintetiza muy bien la idea de que los católicos debemos estar al lado de los últimos procurándoles alimento y ayuda, pero también mostrándoles a Dios. El Papa Francisco ?al que la gente admira «no tanto por lo que dice sino por lo que hace»? le dejó muy clara esta doble tarea en una visita ad limina. En ella detalló que, siendo arzobispo de Buenos Aires, una señora le contó emocionada cuanta ayuda le había dado Cáritas pero lamentó que, cuando tenía «hambre de Dios», tuvo que acudir a los protestantes. No se trata de hacer «proselitismo», sino de lograr «que vean que estamos ahí por servicio al Señor», subrayó monseñor Omella.
El idioma del corazón
El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, siguió con interés la conferencia y a la conclusión de la misma tuvo unas palabras de agradecimiento para el arzobispo de Barcelona por mostrar «la necesidad de otro idioma: el del corazón que nos acerca a todos». «Él es experto», apostilló.