El alcalde de Roma, Ignazio Marino, acudió la pasada semana a la Jornada Mundial de la Familia que se celebró en Filadelfia. Allí, el representante político de la capital italiana se reunió con cerca de un millón de católicos del mundo que acudieron a la cita con el máximo responsable de la Iglesia en la ciudad americana.
La presencia del alcalde romano sorprendió a muchos y pronto llegaron las primeras críticas. Y es que, muchos de los partidos de la oposición quisieron rápidamente saber quién había asumido los costes del viaje del representante del Partido Demócrata para estar en un acto que nada tenía que ver con su papel de regidor.
De hecho, las dudas sobre el viaje del alcalde fueron un paso más allá ¿quién había invitado al máximo responsable político de la ciudad italiana a un acto que se realizaba a la otra parte del mundo?
La cuestión llegó incluso al propio Papa de Roma que pronto quiso aclarar que no había realizado ninguna invitación personal al alcalde.
“Yo no invité al alcalde Marino ¿claro? No lo hice y le pregunté a mis colaboradores y ni siquiera ellos lo invitaron. Él se dice católico y vino espontáneamente”, dijo el Santo Padre en su avión de vuelta hacia Roma.
Todo ello llevó al alcalde a grabar un vídeo en el que explicaba que la invitación había sido del alcalde de Filadelfia y del obispo de la ciudad. No obstante, los medios italianos rápidamente acudieron al ayuntamiento de la ciudad estadounidense, y éstos aseguraron que ellos no han pagado el viaje y la estancia del alcalde de la capital italiana.