Sacerdote, predicador, teólogo, santo franciscano y doctor de la iglesia católica. Canonizado por el papa Gregorio IV el 30 de mayo de 1232 y proclamado Doctor de la Iglesia el 16 de enero de 1946 por el pontífice Pío XII.
Fernando Martim de Bulloes y Taveira de Azevedo nació en Lisboa a finales del siglo XII, donde ingresó con tan solo 15 años a los Canónigos Regulares de San Agustín. Sobresalió como erudito estudiando a los Padres de la Iglesia como San Agustín de Hipona, San Gregorio Magno o San Bernardo de Claraval, además de autores clásicos como Séneca u Ovidio. Su admiración por los monjes franciscanos, imperantes en aquel momento, y su entrega al mundo, le movió a ingresar en esta orden 10 años después. Al entrar a los Frailes Menores Franciscanos, adoptó el nombre de Antonio en honor a San Antonio Abad.
Ya como franciscano, su vida tomó otro rumbo. Viajó a Marruecos, encontrando una grave enfermedad, obligándole a regresar a España, donde había estado previamente. En el trayecto de regreso, una tormenta provocó que su barco variase el rumbo y atracara en Sicilia. Allí conocería en primera persona los inicios de la Orden de Asís, entablando relación con el propio San Francisco. Ejerció su ministerio como sacerdote y predicador a lo largo de Italia y Francia, protagonizando varios hechos milagrosos: la mula arrodillada frente la Eucaristía, la tormenta que no mojó a los fieles y la aparición del Niño Jesús durante su predicación sobre la Encarnación. Esta última escena se ha representado numerosas veces, estableciéndose su iconografía.
Este santo está presente en gran parte de las parroquias y conventos de toda la diócesis. Se caracteriza por una serie de atributos fácilmente reconocible. En primer lugar, el Niño Jesús en brazos, aludiendo al más popular milagro, junto con el siguiente objeto. En segundo lugar, un libro, debido a su labor predicadora sobre la Encarnación. El Niño Jesús suele aparecer sobre el libro abierto, aunque también puede aparecer sobre la tapa, como es el caso de esta escultura de Santa María de las Flores. En tercer lugar, sostiene en una de sus manos una rama o una vara de azucenas, símbolo de su pureza y entrega a Dios. Además, aparece joven e imberbe, revestido con el hábito franciscano, pudiendo portar la capa pluvial en añadidura. En estas se aprecian unos pliegues sutiles que caen levemente. También, como es tradicional realiza un ligero contrapposto, flexionando la pierna derecha. La escena rebosa dulzura y delicadeza, tanto en los rostros como en la gestualidad.
En el caso de la talla del barrio de Pío XII, de gran valor artístico, encontramos todos estos elementos iconográficos. Asimismo, esta talla, como otras presentes en la parroquia, llegan durante el último cuarto del siglo XX. Popularmente se ha atribuido al artista hispalense Pedro Duque Cornejo, nieto de Pedro Roldán y sobrino de Luisa Roldán “la Roldana”; aunque no se tiene documentación sobre la autoría. Si se siguen los rasgos estéticos y formales, se pueden encontrar similitudes con el círculo de la familia Roldán, incluso en la figura del infante comprobamos una relación con otros Niño Jesús realizado por el taller de los hermanos Ribas. La talla se podría fechar en la segunda mitad del siglo XVII o en la primera del siglo XVIII, debido a los rasgos formales y estilísticos, también a la policromía.
FÉLIX SEVILLANO MALDONADO, colaborador de la Delegación de Patrimonio de la Archidiócesis de Sevilla
Fotografías de Félix Sevillano Maldonado.
Biografía:
Carmona Muela, Juan (2017): Iconografía de los Santos. Akal, Madrid.
Roda Peña, José (2014): “Escultura en la Baja Andalucía durante el siglo XVIII: síntesis interpretativa e historiografía reciente” en Cuadernos de Estepa, nº4, Estepa.
Mâle, Emile (2001): El Arte religioso de la contrarreforma. Encuentro, Madrid.
Página web de la Parroquia de Santa María de las Flores y San Eugenio Papa.
Fuente original: https://www.archisevilla.org/san-antonio-de-padua-parroquia-sta-ma-de-las-flores-y-san-eugenio/