Los tiempos son los que son y lo que son. Vivimos en ellos: Pandemia, guerras, se anuncian hambrunas, y se habla de preparativos y previsiones ante una tercera eventual emergencia mundial más que probable, los medios de comunicación, y en ellos las tertulias, nos enfrentan a una situación no lejana cuando menos compleja y confusa, a una situación en el fondo babélica y de desorden, parece que no se atisban señales luminosas de esperanza. La misma Iglesia parece “movida” o “agitada” últimamente más de lo habitual.
No quiero ser pájaro de mal agüero ni profeta de desventuras. Pero la situación es la que es y nadie puede negar las dificultades reales. Y desánimo hay, o se respira un clima de cierto cansancio, y desánimo. Y ante esto, ¿qué? Simplemente comunico a órganos de consulta y gobierno, hemos decidido emprender y llevar a cabo: una gran misión diocesana, llevar a cabo cuanto antes una acción evangelizadora-misionera en toda la diócesis que despierte y espabile a todos los cristianos de la diócesis. Va a coincidir esta gran misión con el año jubilar con motivo del centenario de la coronación canónica de la imagen de la Virgen de los Desamparados.
El Papa Francisco dice que “María es creyente, discípula y misionera del Evangelio.” Así nosotros en Valencia queremos dejarnos evangelizar por Ella, para ser como María, creyentes, discípulos y evangelizares misioneros. En las bodas de Caná nos dice a nosotros lo que dijo a los criados: “Haced lo que Él, os diga”. El agua insípida se convirtió en vino sabroso que alegra el corazón del hombre.
Y Jesús nos dice: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré y os daré el descanso necesario. Y nos dijo también: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”, “Bienaventurados los pobres, los que sufren, los sacrificados, los que trabajan por la paz. Amaos como yo os he amado, éste es mi mandamiento, perdonad a vuestros enemigos… Nos muestra un estilo nuevo de vivir, apuesta por el hombre, por la vida. Nos invita a todos a seguirle para alcanzar la felicidad, la vida eterna. Es Jesús en persona y sus enseñanzas donde está el futuro de la humanidad, la esperanza del que ha vencido la muerte, sus heridas nos han curado, no pasa de largo de nuestros problemas, en Él está la salvación. No hay otro. Por esa gran misión diocesana. Es lo mejor con mucho que podemos ofrecer a los hombres de hoy; el gran tesoro que podemos aportar a la indigencia de nuestro tiempo.
¿Es perder el tiempo ante tanto reclamo que tenemos ante nosotros? Todo lo contrario: como Pedro ante aquel paralítico que pedía ante las puertas del templo: “Lo que tengo te doy: en nombre de Jesús Nazareno, levántate y echa a andar”.
Por eso y para eso, alentados por la fuerza del Espíritu Santo, que nos hace salir a la calle a donde están los hombres, emprendemos una misión diocesana. Ésta es nuestra respuesta en Valencia a la situación que tenemos. No imponemos a nadie el Evangelio, pero se lo ofrecemos a todos. No tenemos miedo ni nos da ningún complejo, no tememos ningún fracaso, porque el gran fracaso de la historia, Jesús, VIVE, HA RESUCITADO, NOS HA DADO SU MADRE, QUE NOS GUÍA Y ACOMPAÑA. NOS HA DADO EL ESPÍRITU QUE NOS CONDUCE A LA VERDAD PLENA Y HACE POSIBLE QUE SEAMOS LOS TESTIGOS DE JESÚS EN LOS TIEMPOS QUE CORREMOS. Esto no es fanatismo, sino la fuerza de la fe y del Espíritu de Dios que actúa en nosotros.
+ Antonio Cañizares Llovera
Arzobispo de Valencia
Fuente original: https://nueva.archivalencia.org/una-mision-diocesana-como-respuesta-a-nuestro-hoy/